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Guadalajara.— Noé Hernández, figura del festival de Cannes por Miss Bala y reciente ganador del Ariel, vive épocas duras económicamente y ante ello, no descarta dedicarse al campo, como sus padres.

Este año sólo ha hecho tres personajes en cine. Han sido llamados a set que en total no superan los 10 días, lo cual básicamente lo convierten en un actor de papeles pequeños.

“Hay que apretarse el cinturón”, dice reflexivo Hernández

En 2011 era uno de los actores mexicanos más mediáticos internacionalmente, sobre todo en Europa.

Con la controvertida cinta Miss Bala llegó al prestigioso festival de Cannes ese año y la gente lo reconocía en la calle. Su personaje de narcotraficante encantó a propios y extraños.

Y entonces su nombre comenzó a figurar entre las listas de favoritos entre productores de cine.

A Miss Bala le seguirían, entre otras, cintas como Revolución, 5 de mayo, la batalla (interpretando a Benito Juárez) y Chalán, hecha para Canal 22.

En la pantalla chica fue de los estelares en la serie Crónica de castas, dirigida por Daniel Giménez Cacho, para Canal Once.

Apenas en mayo pasado, se alzó con el premio Ariel a Mejor Coactuación Masculina con su papel de gay en La tirisia, película que se estrenará en México a fin de mes.

Pero ahora las cosas han cambiado. Económicamente batalla y cuenta que acepta invitaciones a películas, aunque sea de poca presencia para poder pagar la renta.

A Noé le queda claro que si la situación sigue así, estaría pensando retirarse a la tierra de sus padres, en Hidalgo, para dedicarse al campo.

“Regresarme a cuidar a las vacas al pueblo, cultivar maíz, frijol y ya estuvo, de hambre no me voy a morir, eso lo tengo seguro”, subraya el histrión.

¿Cómo puede vivir alguien de la actuación, con sólo tres personajes en un año?

Afortunadamente no estoy casado, tengo un hijo que medianamente ayudo y cada mes estás viendo cómo (sobrevivir). A veces digo: ‘tengo para pagar tres meses (de renta) me puedo aguantar un poco’, pero me empiezo a preocupar y digo: ‘se termina el tiempo ¿y qué hago?’ Este año para mí ha sido bastante difícil, antes me llamaban, si no para ser protagónico, sí para alguien importante, ahora este año no ha caído nada, esperemos que algo pase.

¿La gente te reconoce en la calle, como actor?

Me ubican, digamos, en el pueblo. En el DF ni me reconocen, afortunadamente todavía tengo oportunidad de caminar por la calle sin problema, creo que por el contrario, me ven y se echan a correr (risas).

Dice Tenoch Huerta (Colosio, el asesinato) que ser moreno en México significa sólo darte papeles de jodido o ladrón...

Sí, nos encasillan para ser el albañil, el policía, el matón, el narco, para todo eso; sí es cierto que los guapos de protagonistas, no lo vamos a ser jamás.

Pero hay directores como Jorge (Pérez Solano) que me ha dado personajes que me han retado, como en La tirisia, al principio no quería (interpretar a un gay), pero luego me dijo: “¿no que querías un reto?” Y me picó la cresta.

¿Dónde tienes el Ariel?

¡A un lado de la televisión! (risas). Lo veo como un objeto más. Aquí los premios, a diferencia de otros países, difícilmente se transforman en oportunidades y no sólo es mi caso.

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