Para terminar con la serie de artículos sobre los retos del turismo, toca hablar de la competitividad, la cual será esencial para seguir con la tendencia que en 6 años ha permitido que pasemos de la posición 15 a la 7 entre los países más visitados del mundo, y que casi 9 de cada 100 pesos que se producen en el país sean generados por el sector.

Al tratarse de una industria global, altamente competitiva y dinámica, los buenos resultados recientes no son, por sí mismos, garantía de un óptimo desarrollo del turismo a futuro. Para eso, requerimos una agenda de competitividad turística, con visión de largo plazo y con énfasis en el recurso humano.

De acuerdo con el Índice Global de Competitividad del World Economic Forum, en materia de competitividad México presenta fortalezas, como su abundancia de recursos naturales y culturales, marca país, e infraestructura de servicios turísticos. Sin embargo, hay áreas de oportunidad en sostenibilidad ambiental, seguridad, ambiente de negocios, recursos humanos y mercado laboral, e infraestructura terrestre y portuaria. De los tres primeros hemos hablado en las entregas anteriores.

Según el informe Doing Business 2017, en cuanto a ambiente de negocios, la carga fiscal es un elemento a mejorar, ya que México se ubica muy por encima de la media de 190 países evaluados al tener una tasa impositiva total de 52 por ciento como porcentaje de las utilidades de las empresas, frente a 40.6 por ciento del promedio.

México ha hecho importantes esfuerzos para crecer y modernizar su infraestructura estratégica y de transporte, y el megaproyecto del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México es un buen ejemplo de ello. Sin embargo, México no está entre los miembros de la OCDE que más invierten en este rubro.

Complementando los avances en infraestructura con nuevos sistemas multimodales de transporte y movilidad inteligente, segura y sustentable, México podrá aprovechar de mejor manera sus atractivos naturales y culturales, y con ello fortalecer su competitividad turística internacional.

Una mejor infraestructura y un mejor marco regulatorio no son suficientes para hacernos más competitivos si no tomamos en cuenta el capital humano, elemento que, estoy convencido, constituye nuestro principal activo.

Parte del diagnóstico de los foros “Hacia una Política Turística de Estado con Perspectiva al 2040”, que llevó a cabo la Sectur el año pasado, señala que en las economías modernas el conocimiento es la principal fuente de incremento en la productividad, crecimiento económico y bienestar para sus poblaciones. Esta transición de la era industrial a una sociedad del conocimiento representa un reto para todo mundo, y el turismo no es la excepción.

El crecimiento, e incluso la continuidad, de los 10 millones de puestos laborales que el turismo genera en México dependerá de que las nuevas generaciones desarrollen las competencias que el mercado laboral demanda, como solución de problemas complejos, pensamiento crítico, creatividad, calidad, trabajo en equipo, entre otras.

En este sentido enfrentamos desafíos sustanciales. No obstante que en materia de competitividad turística México ocupa el lugar 22 de los 136 países analizados en el Reporte de Competitividad de Viajes y Turismo 2017 del WEF, en relación con los recursos humanos y mercado de trabajo, nuestro país ocupa el lugar 70.

En los foros mencionados, también resultó claro que para enfrentar el reto de la empleabilidad tenemos que fortalecer la profesionalización y aumentar el valor agregado que aporta cada trabajador. Esto implica mejorar la instrucción en materias como tecnologías de la información, idiomas extranjeros y trabajo en un contexto internacional.

Ahí se concluyó que el camino está en consolidar un sistema educativo de calidad y amplia cobertura, estrechamente vinculado con las necesidades del sector y que promueva la innovación, la investigación y el emprendimiento para el desarrollo de nuevos productos y servicios turísticos.

Secretario de Turismo

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