Más Información
Sheinbaum descalifica reportaje del NYT sobre producción de fentanilo; “no son creíbles las fotografías”, dice
Piden ayuda para padre de Yolanda Martínez Cadena, hallada sin vida en NL; fue picado por araña violinista
Sheinbaum deuncia que el litro de gasolina alcanza los 26 pesos; alista reuniones de gasolineros y Sener para evitar aumentos
Read in English
Millones en México y en el mundo se preocupan por la seguridad de su entorno, de su calle, de su colonia, de su ciudad. Se toman precauciones: no caminar por avenidas solas u oscuras, estar en contacto siempre con familiares o no ser ostentosos con las propiedades personales, por ejemplo.
Sin embargo, pocos saben que los intrusos pueden colarse directamente a la sala del hogar o a la recámara por medio de las computadoras o incluso de teléfonos inteligentes. Es la llamada delincuencia digital o ciberdelincuencia.
Ante la falta de una cultura más extendida de prevención digital, a menudo se conocen casos de personas que entregan vía correo electrónico datos de su cuenta bancaria o información personal que será utilizada en su contra. En el mundo también se conocen casos de delincuentes (los llamados hackers) que literalmente secuestran la información almacenada en computadoras y piden una cantidad de dinero para liberarla.
Los anteriores ejemplos son a nivel personal. Imagine ahora que la víctima que se ha elegido es un país. Hackers dispuestos a intervenir datos de los principales organismos gubernamentales. El daño será más grave e impactará a millones de personas.
Dentro de ese escenario, los ciberdelincuentes pueden incluso “tomar por asalto” las instituciones que tienen a su cargo la organización y conteo de votos. Una decisión clave para el futuro de un país queda en manos del cibercrimen.
Sobre ello The Aspen Institute México, la Fundación Miguel Alemán y esta casa editorial organizaron el Foro de Análisis y Discusión Ciberseguridad en las elecciones.
Uno de los asistentes, John F. Banghart, ex responsable de seguridad de la Casa Blanca en el gobierno de Barack Obama, puso sobre la mesa lo que puede ser el mayor de los riesgos: “Tenemos sistemas (informáticos) que son vulnerables. Se pueden simplemente violar, se pueden hackear para que no se registren los votos, o para que se cambien los votos o para que los votos no se lean”.
México —quedó claro en el foro— no está exento de posibles ataques de hackers o de intromisiones maliciosas.
A finales de 2017 el Instituto Nacional Electoral reconoció que ha recibido intentos de ataques informáticos provenientes del extranjero, pero aseguró que está preparado para hacerles frente.
Al reto que representa organizar las elecciones más grandes en la historia nacional, en las que se pugna por que sean equitativas, con ideas y propuestas, se suma la amenaza —real— de que oscuros intereses internos o externos atenten contra el proceso. Hay indicios de que ocurrió en Estados Unidos y en procesos como el Brexit.
Ante este escenario el INE debe pecar de desconfianza y blindarse contra toda sospecha. Para un proceso tan polarizado, el país requiere para el 1 de julio la mayor de las certezas.