Se ha comentado de manera profusa que el despliegue de fuerzas armadas en las calles del país para realizar labores de seguridad pública conlleva riesgos, pues esa no es su tarea original.

Este lunes en Ciudad Guzmán, Jalisco, se configuró una situación en la que elementos de la Armada fueron blanco de agresiones de habitantes de esa localidad.

Una manifestación, de inicio pacífica, derivó en ataques contra efectivos federales. La protesta tenía como objetivo exigir la aparición con vida de un joven que desapareció en enero y en la cual presuntamente involucran a la Marina. Debido a que cerca de la movilización se encontraban dos vehículos con marinos a bordo, los manifestantes arremetieron contra ellos.

Durante casi dos horas estuvieron rodeados por decenas de personas que colocaron pancartas de protesta sobre la camioneta militar. Con el apoyo de policías municipales y con disparos al aire hechos por marinos, los elementos retenidos fueron rescatados.

El riesgo de actos de abusos por parte de militares existe, sin embargo, de darse existen los medios para atenderlos. Incluso por parte de las fuerzas armadas ha habido reconocimiento de la necesidad de capacitar a sus elementos en el respeto a derechos humanos, y han tomado acciones al respecto. También, organismos de derechos humanos nacionales e internacionales siguen de cerca cualquier denuncia en ese sentido y las dan a conocer con celeridad.

Otro de los riesgos es que las “movilizaciones” contra el despliegue de militares se encuentren patrocinadas por grupos del crimen organizado, produciendo un desgaste de la imagen castrense. Sorprenden los rechazos esporádicos que se han dado en algunas zonas del país, a pesar de que el Ejército siempre es una de las instituciones que genera mayor confianza en la población, de acuerdo con encuestas.

Pero el riesgo mayor de que elementos militares realicen tareas de seguridad pública es que se produzca apatía entre autoridades municipales y estatales para contar con corporaciones policiacas que enfrenten a la delincuencia de manera profesional y con el equipo necesario.

Son más de 10 años en los cuales las tropas se han enfrentado a situaciones para las que no fueron instruidas, sin que se hayan desarrollado grupos locales formados por civiles para combatir el crimen.

Se puede y se debe exigir el comportamiento recto de las fuerzas armadas, pero también de los ciudadanos hacia los militares. No a la violencia y a la falta de respeto a las instituciones.

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