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La diversidad de ecosistemas en México ha convertido a nuestro país en una potencia turística a nivel global. Múltiples regiones del territorio han desarrollado una oferta turística que compite sin complejos con empresas extranjeras de alto nivel. Este sector, además, realiza grandes contribuciones a la productividad nacional por los empleos que genera, su impacto en los entornos, la derrama económica que conlleva y las inversiones que capta.
De esta forma, 2017 termina como el año en el que el turismo captó la mayor Inversión Extranjera Directa (IDE) en la historia. Las razones de ello son el gran momento que atraviesa este sector en el país y la depreciación del peso frente al dólar, lo que abarata los costos de viajar a México a visitantes de otras naciones. Según especialistas, se trata del mayor flujo de capital extranjero desde 1999.
Entre las complejidades del entorno nacional e internacional, lo anterior es un hallazgo que vale dimensionar. Para que la economía de un país crezca necesita ser productiva por sí misma, pero también requiere de capital que permita detonar nuevos proyectos, generar más empleos y construir riqueza para todos. Si alguno de estos elementos no se consigue, el ciclo económico resulta incompleto.
Las inversiones, sean nacionales o extranjeras, son bienvenidas, además de necesarias. Sin embargo, ha quedado demostrado en diversas ocasiones que la inyección de capital no significa necesariamente mejoría para la población ni para los trabajadores involucrados en estos proyectos productivos. Muestra de ello está en los elevados niveles de inversión extranjera que se han recibido en el sector en los últimos años, pero que no se reflejan en mejores condiciones salariales generalizadas.
El turismo es uno de los sectores más importantes para la economía mexicana, no obstante el afán de explotar sus bondades ha llevado a la desprotección y al abuso de zonas naturales que necesitan el cuidado de los gobiernos, así como de las comunidades. El potencial de desarrollo turístico y la llegada de recursos para desarrollar proyectos en la materia deben mantenerse dentro de los márgenes de la legalidad, además de evitar la devastación de zonas naturales.