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La historia de México en el último siglo ha estado ligada a la industria del petróleo. Desde su nacionalización hace 80 años, Petróleos Mexicanos ha sido parte del desarrollo económico e industrial del país. A finales de la década de los 70 el auge tras el descubrimiento del yacimiento de Cantarell parecía la puerta para terminar con décadas de atraso en amplios sectores de la población; malas administraciones frenaron esa posibilidad.
En lo que va del actual siglo debido a los compromisos fiscales que la ley exigía para el sector, se dejó de invertir en modernización e infraestructura. Más temprano que tarde llegó el declive; “el fin de la gallina de los huevos de oro”, se dijo en este sexenio. Todo lo anterior fue el principal argumento para la aprobación de una reforma energética y permitir el ingreso de capital privado (nacional o extranjero) a la industria petrolera.
A pesar del menor peso de Pemex en la economía nacional, continúa siendo clave como empresa productiva del Estado. Por esa razón, cualquiera de los candidatos a la Presidencia que triunfe el próximo 1 de abril, debe de contar con un plan detallado para no volver a dejar caer a la petrolera; por el contrario, se requiere fortalecerla y devolverle su importancia a nivel global.
En entrevista con EL UNIVERSAL, el director de la empresa señala que están preparados para trabajar con quien resulte triunfador. La empresa tiene previsto presentar este mes su plan de negocios 2018-2022 para que lo conozcan los aspirantes a la Presidencia de la República. Acepta que es válido que cualquiera que llegue revise jurídica y técnicamente todo lo que se ha hecho para que pueda ponerlo en marcha o mejorarlo.
Si a alguna causa puede atribuirse el desplome que sufrió Pemex en las últimas décadas es la de haber sido víctima de los criterios del gobierno en turno, principalmente de corte fiscal, en lugar de que se adoptara una estrategia institucional de largo plazo que la consolidara. Aunque tampoco puede negarse que hay mucho por resolver en cuanto a transparencia y reducción de gastos superfluos, en algunos casos de su alta burocracia.
Se vuelve fundamental que el gobierno que entrará en funciones el 1 de diciembre de este año comprenda que sectores como el petrolero no pueden tener manejos caprichosos a partir de cambios políticos. Trazar una ruta ambiciosa de desarrollo para Petróleos Mexicanos debería transcender cualquier orientación ideológica. México y su población serán los grandes beneficiarios.