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A dos semanas de que ocurrió el sismo de 7.1 grados Richter que causó estragos en distintos estados del país, hay todavía muchas lecciones sobre el evento que deben reflexionarse y asimilarse para integrarlas a nuestra conciencia, a la historia común. El papel de la sociedad civil, la reacción de las autoridades gubernamentales, el impacto político e institucional, así como lo que sigue en el panorama nacional son algunos de los elementos que hay que repasar para entender lo que pasó y lo que ha de venir.
Antes del sismo del pasado 19 de septiembre, el pesar de la sociedad mexicana estaba en la corrupción desbordada que impera en el sistema político a todos sus niveles. El reclamo sigue ahí y ha cobrado mayor fuerza a partir de la demanda generalizada de que los partidos políticos donen parte de sus recursos a la reconstrucción de las zonas afectadas. Los partidos políticos han aprovechado la coyuntura para, de forma demagógica, atender la petición.
Este clamor popular en contra de la corrupción ha cobrado todavía más fuerza porque el sismo ha permitido ver claramente la presencia de este fenómeno en las instituciones públicas. El Presidente Ejecutivo y del Consejo de Administración de EL UNIVERSAL, licenciado Juan Francisco Ealy Ortiz, precisamente destacó esa parte ayer en la celebración del 101 aniversario de esta casa editorial: Los sismos “han puesto al descubierto la corrupción que prevalece en algunas de nuestras instituciones que son las encargadas de salvaguardar nuestra seguridad y la de nuestras familias”.
La respuesta de la sociedad civil, una vez más, dejó entrever la solidaridad y generosidad del pueblo mexicano, al tiempo que dejó en evidencia a los gobiernos que fueron incapaces de estar a la altura de su ciudadanía. El mensaje de los mexicanos a partir del sismo ha sido claro: la articulación social es lo que a largo plazo definirá el destino del país, no las políticas de coyuntura que buscan notoriedad pública y no resolver problemas de fondo.
En el horizonte ya se mira la elección presidencial de 2018, así como los procesos para elegir gobernador en distintos estados del país, al Congreso federal, presidencias municipales, entre otros cargos. El país está herido profundamente no solo por los fenómenos naturales que lo maltrataron recientemente, sino por la corrupción cotidiana de quienes dicen en público que buscan servir a la ciudadanía, pero en privado la traicionan.