Sandra Rullo
EFE/Reportajes

La próxima vez que pidas un vaso de cerveza belga, tomarás conciencia de que se trata de una mera experiencia cultural. Y para que todos te lo crean, tenemos preparado un  argumento irrefutable:  esta semana, la UNESCO incluyó la cerveza belga en la lista del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

Bélgica es un pequeño estado en el centro de Europa, pero  alberga nada menos que mil 500 tipos de jugos de cebada.

Es el país ideal para los amantes de esta bebida espumosa, y  no sorprende que  ocupe gran parte de las cartas de bares y restaurantes. Aquí se pide una trappiste, una geuze, una pilsen, una kriek o incluso una de cactus (elaborada a partir de esa planta), pero nunca una cerveza.

Milenariamente innovadora

Los antecedentes más remotos  se encuentran  en las primeras civilizaciones de la humanidad. En Mesopotamia, Centroamérica, China o Egipto usaban granos de trigo, arroz o incluso cacao para elaborar una bebida fermentada similar a la que se consume hoy en día.

La  cerveza de Bélgica se remonta siglos atrás, a los monjes medievales y se recoge en pinturas de Pieter Brueghel y en innumerables canciones. “Todo lo que necesitas es azúcar, que se encuentra en el grano, agua y levadura. Eso es todo y es suficiente”, dice Julien Serusier, camarero del Delirium Café.

Es una receta  sencilla que admite muchas variaciones en su elaboración, siempre y cuando incluya un cereal, agua, lúpulo y levadura.

Según Belgian Brewers, una asociación profesional que agrupa a la mayoría de fábricas de cerveza del país, Bélgica es “la única nación del mundo en la que se usan los cuatro métodos de fermentación”. Gracias al uso de la fermentación alta, baja, espontánea y mixta existen los distintos tipos de cerveza belga.

“Aquí tenemos la triple, que en general es una cerveza rubia, pero muy fuerte; la negra, que también suele ser fuerte y un poco dulce. También está la geuze, que es amarga y se hace por fermentación espontánea. Y dentro de esta tenemos la que llamamos kriek, que se hace por fermentación espontánea con frutas frescas, como la cereza”, dice Leslie Moreau, responsable de recursos humanos del Delirium Café.

“Se está elaborando cerveza con pan duro otra vez. Eso era una tradición en Egipto hace unos cinco mil años. Era algo distinto, pero sigue siendo cerveza”, dice Serusier.

Con  tres mil 162  tipos de cerveza en sus bodegas, Delirium Café es uno de los sitios imperdibles en Bruselas. Aunque tiene poco más de 10 años, este bar se ha popularizado  desde su apertura en 2004, cuando consiguió el Record Guinness por tener dos mil cuatro cervezas distintas disponibles a la venta.

Este año una cervecera, Brugse Zot, construyó un “cervezoducto” desde el centro medieval de Brujas a una embotelladora en las afueras por razones ambientales y arquitectónicas.

La UNESCO argumentó que se galardonaba algo más que una bebida. “Las comunidades usan la cerveza para cocinar, para elaborar productos como queso amasado con cerveza, se la marida con los alimentos”.  (Con información de agencias)

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