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ariel.velazquez@eluniversal.com.mx
Otoño de 2004. Al norte de California, Aaron Rodgers es poco menos que un héroe. El quarterback de los Golden Bears tiene enamorado a Berkeley y no es para menos, el equipo universitario de la ciudad es protagonista dentro del top ten del ranking nacional. Las calles se tapizan con el jersey 8 de Rodgers, quien ya lleva etiqueta de selección uno del Draft de la NFL.
A 800 kilómetros de distancia, en San Diego, Luis Pérez crece con los partidos de los Chargers y jugando futbol americano. Con 10 años de edad, Luis no conoce mucho de jugadores universitarios, razón por la que el nombre de Aaron se le pierde entre los miles de atletas que integran el sistema de la NCAA.
En ese momento el pequeño Luis no lo sabe, pero Rodgers se convertirá en su modelo a seguir por las similitudes que el deporte y el destino reunieron en su vida.
Ahora, con 22 años de edad, Pérez es un quarterback mexicano que juega para los Lions de Texas A&M University-Commerce de la NCAA II. Al igual que Rodgers, Luis pasó por un colegio menor para establecerse como titular en un programa universitario.
“Rodgers es mi ídolo. Lo sigo mucho porque antes de jugar para California estuvo en un junior college [Butte College], luego fue estrella universitario y ahora está en la NFL, que es la meta que yo tengo”, sostuvo el mexicano en entrevista telefónica con EL UNIVERSAL.
En la campaña recién concluida, Luis terminó con 3326 yardas por aire, 32 pases de touchdown y cinco intercepciones en 12 partidos. Números que lo llevaron a ser nominado al premio Harlon Hill, el equivalente al Heisman que entrega la NCAA DI.
“Para mí es un orgullo ser parte de los candidatos al premio, pero la verdad hubiera preferido que el equipo llegara al campeonato, porque tenemos mucho talento”.
Los Lions perdieron en playoffs con los Lakers de Grand Valley St.
“Fue un duro golpe para nosotros, porque éramos favoritos”, sostuvo Pérez, quien en 2017 termina su elegibilidad, “seremos más fuertes a la ofensiva, sólo perdemos dos receptores y un corredor titular”.
El mexicano además de pensar en el equipo se centra en su anhelo de llegar a la NFL y unirse a Autry Beamon, Dee Mackey, Harvey Martin, Alan Veingrad, Dwight White, and Wade Wilson, elementos de Texas A&M–Commerce que alcanzaron el football profesional.
Los pasadores de División II no están peleados con la NFL. Carson Wentz fue tomado por los Eagles de Filadelfia en la selección dos del pasado Draft y Joe Flacco, quien también viene de esta división, ya ganó un Super Bowl con Baltimore.
Aunque nació en Estados Unidos, Luis se siente mexicano al 100 por ciento y como tal también le gusta el futbol, que le fue heredado por su padre Juan Luis Pérez, ex futbolista profesional del León, Atlas y el extinto Inter de Tijuana.
“Mi mamá se llama Carla Soriano y conoció a mi papá cuando él jugaba en Tijuana. Ahí decidieron establecerse en San Diego, donde yo nací. De niño querían que jugara futbol, pero como era gordito, no me gustaba mucho correr, sólo jugué de portero”, apuntó Luis.
Estudiante de salud, kinesiología y estudios del deporte, Luis compagina su vida entre los salones de clase, gimnasio, campo de juego y su vida de casado.
Mi esposa es un gran soporte para mí. Me acompaña a todos los juegos, es mi fanático número uno. Me hace la vida más fácil. A ella la conocí en la secundaria cuando vivíamos en San Diego”.
Los Lions pintaron en su emparrillado el logo más grande de todo Estados Unidos (de la yarda 25 a la 25), pero Luis Pérez quiere dejar un legado gigante.