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Con nuevas exploraciones, la revisión de aportes de las excavaciones realizadas hace cien años por Manuel Gamio , así como las más recientes, efectuadas por la Dirección de Registro Público de Monumentos y Zonas Arqueológicos e Históricos del INAH (DRPMZAH), se conmemorará un siglo del descubrimiento del Copilco Prehispánico los próximos 10 y 11 de agosto con un encuentro académico.
En un comunicado del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) además se informa que en el marco de esta celebración denominada "Copilco, bajo un mar de lava. A cien años de su descubrimiento", la cual reunirá a unos 20 investigadores en el Museo de El Carmen, ubicado en Av. Revolución 4 y 6, colonia San Ángel, será inaugurada una exposición con fotografías históricas y materiales de excavación obtenidos por Gamio hace una centuria.
En tal encuentro se abordarán las primeras investigaciones arqueológicas; el nuevo levantamiento topográfico; la estratigrafía e interpretación arqueológica del sitio ; su vida cotidiana vista desde los utensilios domésticos; la caracterización de la cerámica hallada en el lugar, así como el paisaje y paleoambiente de Copilco antes de la erupción del Xitle , entre otros aspectos.
El INAH agrega que Cuicuilco no fue el único asentamiento del sur de la Cuenca de México en sucumbir a la furia del volcán Xitle; cinco kilómetros al norte, Copilco también quedó sepultada alrededor del 250 d.C. , tras su erupción.
Excavado científicamente hace un siglo, en la actualidad arqueólogos del INAH han vuelto al Pedregal de San Ángel para desentrañar bajo la lava, uno de los sitios más representativos en la conformación de las primeras aldeas en Mesoamérica.
El 11 de agosto de 1917, el arqueólogo Manuel Gamio y su hermano Gabriel, el primero, director de Estudios Arqueológicos y Etnográficos, y el segundo, inspector de la misma, comenzaron las excavaciones en Copilco aplicando técnicas estratigráficas.
Como expresan los arqueólogos Margarita Treviño y Acuña , Efraín Flores López, María del Carmen Solanes Carraro , Emma Marmolejo Morales y José Ignacio Sánchez Alaniz , en la historia del mundo el despertar de algunos volcanes, que representan verdaderas tragedias por las víctimas, han dado lugar a depósitos arqueológicos de características excepcionales, como es el caso de Copilco.
Antes de verse abrumado por las emanaciones del Xitle, Copilco era abundante en fuentes de agua, tierra fértil y vegetación y otros recursos a su alcance. La afectación de las tierras por la permanente caída de ceniza desencadenó el abandono paulatino de la población, señalan estudios.
La arqueóloga Margarita Treviño refiere que la presencia de cerámica característica de las fases Ticomán-Zacatenco en los contextos arqueológicos, revela que el auge de la aldea de Copilco se dio entre 800 y 200 a.C., en el periodo Preclásico Medio.
De Copilco ya se tenían noticias desde finales del siglo XIX , por pequeños y fortuitos hallazgos en zonas cercanas, pero fue en 1917 cuando el arqueólogo Manuel Gamio hizo las primeras investigaciones científicas en el sitio y descubrió evidencias culturales del Preclásico. Dada la trascendencia de los hallazgos, al año siguiente, 1918, el espacio se museografió para su visita pública y éste permaneció hasta inicios de los 80. En 1924, el antropólogo estadounidense Alfred Kroeber también realizó estudios durante un breve lapso.
José Ignacio Sánchez Alaniz
, director del proyecto de investigación de la DRPMZAH, narra que los trabajos encabezadas por Gamio se efectuaron a través de cuatro túneles cavados bajo la lava, y aunque su extensión varía, su altura fluctúa entre 1.5 y 1.75 metros, y entre 2 y 2.5 metros de ancho.
Entre los hallazgos más sobresalientes están los entierros de adultos y de niños —la mayoría en un estado de conservación precario—, excavados directamente en el suelo, en fosas cilíndricas o bien dentro de vasijas. También se reportaron figurillas y silbatos de cerámica, navajas, puntas y núcleos de obsidiana y en menor cantidad fragmentos de pedernal; además de algunas esculturas, así como metates, molcajetes y manos de piedra.
Según las evidencias, Copilco fue una aldea, cuyos pobladores depositaban a sus muertos en lugares cercanos o debajo de sus casas, que cubrían con piedras de cantos rodados y eran acompañados de ofrendas compuestas por objetos de cerámica y lítica.
Los arqueólogos Efraín Flores López y María del Carmen Solanes , subrayan que el paisaje de sur de la Cuenca de México modificado por la erupción del Xitle no fue abandonado del todo y es probable que sus habitantes conservaran el recuerdo de esa catástrofe. Así lo sugieren los descubrimientos de entierros y ofrendas de periodos posteriores en oquedades formadas por la lava, y el culto a ciertas deidades como el dios del fuego, Huehuetéotl.
nrv