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Asistir a una función del espectáculo nocturno en Teotihuacan genera entre el público muchas expectativas, pero también algo de desencanto por los costos elevados de la entrada, la duración del evento y la forma en cómo se hace el recorrido. Para algunos también implica arriesgarse, pues la zona está aislada y hay pocas facilidades para encontrar transporte público de regreso en la noche, al final del espectáculo.
Eran las seis de la tarde y en la puerta dos de la zona arqueológica Nancy Hernández y Eva Díaz, dos jóvenes abogadas, deseaban comprar boletos para ver el espectáculo nocturno de luz y sonido del pasado sábado.
Viajaron desde Toluca hasta Teotihuacán para tratar de adquirir los boletos directamente en la taquilla del sitio, como les habían informado. Un custodio les explicó que allí no se vendían, que la única manera de adquirirlos era vía Ticketmaster o en la oficina de Turismo del municipio, que se ubica a unos metros. Sin embargo, para esas horas los 270 boletos que se venden en cada función ya estaban agotados en ambas partes. Como a otros, a estas dos jóvenes no les quedó más alternativa que pagar a los revendedores 550 pesos por un boleto que debería costar 390, al menos en las oficinas de Turismo del Estado de México, pues un usuario que lo compre a través de Ticketmaster pagará hasta 510 pesos.
A unos metros de esa entrada, un empleado de un restaurante también ofrecía boletos para el espectáculo, en 700 pesos. No era el único. En los alrededores los revendedores están atentos a ver quiénes, como Nancy y Eva, buscan desesperadamente una entrada a esta “Experiencia Nocturna”, espectáculo que fue inaugurado por el presidente Enrique Peña Nieto el 18 de marzo pasado y que en sus primeras funciones para el público, el último fin de semana de marzo, despertó críticas por la desinformación respecto a la venta de boletos y la desorganización en su primera proyección.
La experiencia. La entrada para la función de este sábado inició a las 19 horas. El recorrido comenzó con la entrega de las audioguías que a lo largo de una caminata por la Calzada de los Muertos va relatando la historia y función de los espacios que se observan. En unos 40 minutos, los 270 asistentes permitidos en cada función recorrieron la Calzada divididos en grupos y guiados por una persona. Pero lo que debería ser un recorrido didáctico y de inmersión, por momentos se convirtió en un desconcierto porque el público debía decidir entre escuchar la información de la audioguía o las indicaciones y recomendaciones de las personas que guían cada grupo:
“No está permitido tomar fotos con flash”.
“Necesito que no se me dispersen”.
“Tenemos que apurarnos porque a las 8 en punto es la proyección en la pirámide del Sol”.
Esas son algunas de las frases que repite una guía cada cinco minutos.
“¿Mamá, ya puedo escuchar el número 6?”, preguntó una niña a su madre que se sacaba fotos al pie de la pirámide de la Luna.
“Haz lo que quieras, no entiendo cómo funciona esto y creo que el mío ya se bloqueó o no sé qué”, respondió la señora y confundida le dio un vistazo al menú de la audioguía. El dispositivo contiene 10 audios que el público debe escuchar en estaciones marcadas.
Mientras algunos siguieron al pie de la letra las indicaciones de la audioguía, otros optaron por sólo caminar, observar el lugar y tomarse selfies.
A las 8 en punto, el público debía estar sentado en las escalinatas de una estructura frente a la Pirámide del Sol, atento a que en cualquier momento se iluminara la monumental estructura. De pronto, ríos de agua corrieron por las escalinatas de la pirámide. Esa secuencia de unos minutos marcó el inicio de una colorida narración multimedia que relata la fundación de la Ciudad de los Dioses, los mitos de creación del universo, su construcción, su época de esplendor, cómo habría sido la vida en esa gran ciudad y su caída.
El espectáculo, que dura poco más de 30 minutos, es proyectado sobre la cara de la pirámide desde camiones que están ubicados en la entrada al sitio, a la altura de los locales de
artesanías.
“Me pareció una experiencia bonita y una forma de aprender historia de una manera más dinámica y sin aburrirte”, expresó Nancy Hernández al final del evento.
“A mí me pareció que todo es muy rápido y somero”, opinó su amiga Eva.
Minutos más tarde, ambas chicas esperaban, en la oscuridad de la noche, en una esquina aislada y sin ningún custodio a la vista, el autobús que los llevaría de regreso a la Ciudad de México para luego tomar otro de regreso a Toluca. Allí, pasadas las nueve de la noche, Nancy y Eva preveían qué hacer en caso de que el autobús ya no pasara. Con suerte pasaría un taxi o alguien les daría un aventón. “Si hacen un evento en la noche, ¿no debería haber facilidades para el transporte?”, se preguntó Eva Díaz.