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El departamento de Rafael Pérez y Pérez habla del amor que este artista yucateco, curador y funcionario cultural siente por el arte y los libros: sobre sus paredes cuelgan obras originales de Salvador Dalí, Leonora Carrington, Robert Rauschenberg, Francisco Toledo, René Portocarrero y José Luis Cuevas; sobre el piso hay esculturas de Jorge Marín, Rosario Guillermo o Ana Cristina Mejía Botero, eso sin contar una colección de arte colonial mexicano, en especial de santos.

Su biblioteca, buena parte de ella en una casita alterna, acopia miles de libros, en su mayoría sobre artes plásticas y, en particular, sobre arte mexicano y cerámica. Son seis toneladas y media de libros. Su colección de gráfica es de museo: mil obras; además, 300 fotografías y 50 piezas de cerámica.

Al cumplir 50 años de vida y 30 de coleccionista y bibliófilo, Pérez y Pérez quiso donar a su estado natal sus tesoros en obras plásticas y su biblioteca especializada, pero la Secretaría de la Cultura y las Artes de Yucatán, a cargo del poeta local Roger Heyden Metri, los desdeñó, aunque su titular niega que sea por falta de interés, sino porque no se le envió una propuesta “oficial”.

“Hace más de dos años y medio ofrecí a Yucatán donar mi biblioteca, que son más de seis toneladas y media de libros de arte y literatura, y mi colección de arte. Hablé con Beatriz Rodríguez Guillermo, directora de la Escuela Superior de Artes de Yucatán, que quedó en hablarme y mira, hasta la fecha no he recibido el mínimo telefonema. Después hablé con Roger Metri y me dijo: ‘La semana que viene voy a ver de qué se trata’. Ya pasaron más de 16 meses y ni una llamada, ningún interés”, dice Pérez y Pérez, subdirector del Museo de Arte de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, quien añade que la donación pretendía ser anónima, sin buscar que su nombre figurara.

Descarta también vender su colección: “Yo me he servido del arte y la cultura para ser feliz. Hoy quiero compartir ese goce. Sobre la biblioteca, quiero que esté abierta al público, que esté viva.”, explica.

El subdirector del Museo de Hacienda en el Antiguo Palacio del Arzobispado ya explora otras opciones para sus donaciones. Una parte podría irse a Campeche y otra a Quintana Roo. En el primer caso, gestiona la posibilidad de donar su biblioteca y colección de cerámica y de obra gráfica al Centro de Formación y Producción de Artes Visuales “La Arrocera” y; en el segundo, legaría sus fotos al Instituto de Cultura de Quintana Roo.

“Nomás me queda que mi biblioteca se vaya al Museo de Arte Contemporáneo Ateneo de Yucatán (Fernando García Ponce-Macay) o a Campeche, pero también se irá mi colección de arte personal, y mi colección de cerámica con obras de Gustavo Pérez, Rosario Guillermo, Paloma Torres, Gerda Gruber, Marysole Wörner Baz, Gloria Carrasco, Jorge Marín... infinidad”, adelanta el curador también ante la Academia Internacional de Cerámica (AIC), con sede en Ginebra, Suiza.

“Si el Macay no tiene capacidad para acogerla este 2016, mi primera opción es donar a Campeche mi biblioteca y mi colección personal de cerámica. Ahí están encantados. En Campeche tienen una escuela, ‘La Arrocera’, creo que sería el mejor lugar para depositar una biblioteca especializada en artes visuales, una biblioteca viva”, dice. Su colección de arte colonial ya está apalabrada con el museo municipal de Mérida.

En su acervo de gráfica, escultura, cerámica y fotografía que la Secretaría de la Cultura y las Artes yucateca desdeñó y que Pérez y Pérez muestra en sus departamentos del Centro y la Doctores, hay también obras de Nadín Ospina, Alberto Gironella, Josep Guinovart, Ana Mercedes Hoyos, Rafael Canogar, Antonio Saura, Fernando García Ponce, Betsabé Romero, Laura Quintanilla, Javier Esquerra, Daniel Lezama, Benjamín Domínguez, Roberto Montenegro, Boris Viskin, Pedro Rivera, Ulises Calderón, Mario Martín del Campo, Darío Ortiz, Jazzamoart, Yolanda Andrade o Luis Carlos Barrios, entre muchísimos otros.

“Mi colección de foto, que incluye piezas de Graciela Iturbide, Francisco Toledo, Armando Cristeto o Adolfo Patiño se va a Quintana Roo. No se va a mi estado, Yucatán, porque no hubo el menor interés. Es una pena porque a uno como yucateco, te duele”, expresa el curador, quien salió de Yucatán hace 28 años para radicar en la Ciudad de México, pero sigue a la cultura de esa entidad y participó en la creación del Museo de Mérida y en curadurías de muestras de arte de sus paisanos.

“Ofrecí también a mi estado mi colección de más de 28 años de libros. Hay libros que son primeras ediciones de José Lezama Lima, Nicolás Guillén, Reynaldo Arenas, Dulce María Loynaz, Octavio Paz, Rosario Castellanos, muchos de ellos firmados y muchos con grabados originales de artistas cubanos o de gente como Fernando Castro Pacheco. Mi biblioteca está especializada, con una gran colección de volúmenes escogidos sobre artes visuales y literatura. Me hubiera gustado que los libros se quedaran en mi estado, pero aun siendo escritor Roger Metri, el secretario de Cultura, no tiene el mínimo interés en la donación. Él está para la política no cultural, para la política en general”, lamenta Pérez y Pérez.

Siente pesar de que su colección única de grandes ceramistas mexicanos no se quede en Yucatán, estado con gran tradición en esa especialidad, pero sin un museo dedicado a ese arte.

El especialista señala que en la Academia Internacional de la Cerámica (AIC), fundada en 1953 y que reúne a unos 600 artistas de 55 países, sólo hay seis representantes mexicanos: Gloria Carrasco, Rosario Guillermo, Gustavo Pérez, Ana Rosenzwieg, Paloma Torres y él, como curador; de ellos, dos son yucatecos, sin contar a la eslovaca Gerda Gruber, quien radica desde hace décadas en Yucatán.

La gestión cultural. Según Pérez y Pérez, el problema en la Secretaría de la Cultura y las Artes de Yucatán, creada en los últimos años de la gubernatura de Ivonne Ortega (2007-2012), es que no hay una profesionalización de la gestión cultural. Dice que Roger Metri nombró como jefe de Artes Visuales de la entidad a Pedro Pablo Ac Tacú, programador de computadoras que era supervisor del Departamento de Informática del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). “Una persona sin la menor trayectoria ni conocimiento de las artes visuales”.

Pero el caso de Pérez y Pérez no es la única donación fallida en Yucatán. El investigador y crítico de las artes escénicas Édgar Ceballos cuenta que también acudió a las instancias de la Secretaría de la Cultura y las Artes para gestionar la donación de la biblioteca del también yucateco Antonio Magaña Esquivel (1909-1987), a nombre de la familia del historiador del teatro. Según Ceballos, quien volvió en diciembre pasado a Mérida para insistir en la donación y que había tratado personalmente con Metri en septiembre, no encontró interés en la dependencia cultural para concretar la entrega de un acervo de —según su cálculo— unos 10 mil libros especializados en literatura y teatro, además de colecciones completas de revistas culturales de Yucatán.

Ante esa situación, Ceballos dice que la familia de Magaña Esquivel decidió no insistir más en la donación y lamentó el desinterés del gobierno del estado que encabeza el priista Rolando Zapata Bello. “Por eso bibliotecas como las de Rodolfo Usigli o Estrada van a parar a Estados Unidos”, señala.

Consultado vía telefónica, Roger Metri reconoce que tanto Pérez y Pérez como Ceballos le hicieron el ofrecimiento verbal de ambas donaciones, pero que en ningún caso le enviaron algún documento “oficial” para gestionarlas.

“Sí traté el tema con ambos. Con Rafael Pérez y Pérez hace como un año, y con Ceballos en septiembre y diciembre, hasta comimos juntos. A los dos se les solicitó un documento oficial sobre sus ofrecimientos, que no han mandado. ¿Ellos le mostraron a usted algún documento oficial en el que ofrecen las donaciones? ¿No? Yo no lo he visto. Y hasta el momento no sé en qué consisten las donaciones”, respondió el funcionario, quien negó que haya desinterés de la secretaria a su cargo.

“Respecto a las bibliotecas, no sé de cuántos volúmenes se trata, ¿usted lo sabe? En los dos casos se les solicitó que hicieran el ofrecimiento mediante un documento oficial, en el que digan en qué consiste la donación, datos técnicos de cuántos volúmenes y cómo se conservarían”, expone el secretario, versión que Rafael Pérez y Pérez niega, pues dice que el funcionario estatal quedó en ir a su estudio en la capital del país a conocer la biblioteca y la colección de artes plásticas ofrecidas.

—¿Usted les hizo esa petición también de manera oficial con un documento cuando ambos le propusieron las donaciones?

—No, todo fue de manera verbal, con Rafael Pérez y Pérez creo que hubo hasta un intercambio de mails. ¿Usted sabe en qué consiste la donación?

“Sí, es una colección de arte personal”, dice el funcionario, quien admite que no conoce ni ha visto ninguna de las bibliotecas o colecciones que le ofrecieron Ceballos y Pérez y Pérez. No sabe de qué le están hablando.

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