Con el espíritu embriagante de la música de cabaret a cuestas, la reconocida cantante alemana Ute Lemper regresó a México para acompañar a la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN) con Carlos Miguel Prieto en la batuta. El programa presentado en este concierto incluyó la pieza maestra "Los siete pecados capitales" compuesta por Kurt Weill en colaboración con Bertolt Brecht, así como temas icónicos de Édith Piaf, Jacques Brel, entre otros.
El concierto fue un viaje musical por los inicios del siglo XX, desde Berlín hasta Nueva York. La travesía comenzó con el relato que Weill y Brecht crearon en París en 1933. En ella nos cuentan sobre la historia las hermanas Anna I y Anna II quienes abandonan su humilde hogar en Luousiana para iniciar un recorrido por ciudades, bares y experiencias en búsqueda de riqueza. En el trayecto, se enfrentarán a lo peor de sí mismas y conocerán los efectos de los siete pecados capitales en carne propia.
“Los bellos atuendos evanecen”, decía un verso de la pieza dedicada a la soberbia dentro de la obra, sin embargo, el largo vestido rojo con el que Ute Lemper colmó el escenario, armonizado con su potente voz, envolvió al público en un encadenamiento de pecados y culpas que se abrieron camino uno tras otro incesantemente.
La artista demostró con gracia, elegancia e histrionismo la experiencia que le ha brindado su trayectoria. Para la interpretación de "Los siete pecados capitales" estuvo acompañada del Ensamble Hudson Shad que debutó en la Ciudad de México con la Sinfónica Nacional y numeró la duodécima colaboración con la cantante alemana.
La historia describe los siete años de peripecias en que la pareja de hermanas, impulsada por la avaricia, aprendió a lidiar con los resultados de la moralidad transgredida.
Comprendieron que era necesario dejar de lado la pereza que las detenía para alcanzar el futuro que buscaban. Hallaron la efusividad del mundo del espectáculo y fue entonces cuando aprendieron que la injusticia siempre va acompañada de la ira, que la lujuria lleva a la perdición y que la gula es resultado de lo prohibido. No obstante, el sabor más amargo es el que deja la envidia cuando se mira a aquellos que son capaces de gozar de su libertad.
La segunda parte del programa estuvo conformada por una selección de conocidas canciones, algunas guiadas por música de bandoneón, piano o guitarra como protagonistas. Dentro de esta lista fue notable el homenaje a Édith Piaf con las canciones "Ne me quittes pas" y "Amsterdam" que cautivaron al público.
Lemper transformó el tiempo y el espacio, el Palacio de Bellas Artes se convirtió en una sala de luces rojas que vibraba al ritmo de la orquesta y asemejaba a los cabarets con las interpretaciones de Cabaret, Milord y Padam, padam. La velada culminó con un extracto del musical ópera-tango "María de Buenos Aires" musicalizado por Aztor Piazzolla.
Con ovaciones de pie, Ute Lemper se despidió del público mexicano al que dejó un gran sabor de boca y ganas de volver todas las noches a los cabarets de Berlín, París, Buenos Aires y Nueva York.