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Señor Director:
Los 40 abajo firmantes, investigadores, curadores, periodistas, gestores culturales y artistas dedicados a la reflexión, circulación y producción fotográficas de este país expresamos nuestra profunda desaprobación por el contenido de la columna “Amarga Navidad”, escrita por Ulises Castellanos y publicada en EL UNIVERSAL el 17 de diciembre del presente. Bajo una argumentación inconsistente y visceral, Castellanos convocó a la crispación pública y al prejuicio antes que a la reflexión y al intercambio abierto de opiniones sobre el derrotero de la fotografía contemporánea. Y fue en este tenor que Castellanos empleó dos expresiones que, sin ser en sí misóginas, al ser utilizadas en un tono burlón y despectivo, quedaron cargadas claramente de este sentido. Al llamar “señora” y “doña” a Itala Schmelz Herner —actual directora de Centro de la Imagen—, Castellanos transfirió el ámbito doméstico al profesional. Aunque antiguamente “doña” se empleaba como una nota de elevado rango social, su uso actual constituye un señalamiento peyorativo sobre la condición de la mujer en la esfera profesional, al querer confinarla al espacio doméstico. Dicho espacio, en sí, tampoco es peyorativo salvo cuando se lo concibe como un ámbito sin reconocimiento alguno. Castellanos reincidió en esta forma de referirse exclusivamente a mujeres, pues en los comentarios al pie que suscitó su nota llamó a una internauta de nombre Pamela Castillo como “Doña Pamela”, para acto seguido descalificarla porque “no tiene idea de lo que habla”.
Frente a una severa crisis de involución en la esfera pública y en un país donde la violencia de género crece y se naturaliza de manera alarmante en todos los estratos sociales, términos como éstos, aunados a una escritura llena de agresividad como la de Ulises Castellanos, buscan subestimar el rol de la mujer en cargos públicos y fomentan claramente la violencia de género. Finalmente, como especialistas en los campos fotográficos y de cultura visual, discrepamos radicalmente de la opinión final de Ulises Castellanos: Centro de la Imagen no necesita ser rescatado por nadie ni ha perdido la brújula. Si algo ha caracterizado la gestión de Itala Schmelz ha sido la pluralidad y la innovación. Tan sólo su historial de exposiciones es una prueba contundente de que el documentalismo, el fotoperiodismo, la fotografía de autor, los rescates de archivo, el arte contemporáneo y las prácticas curatoriales han encontrado una forma vibrante de colaboración.
Tania Aedo, gestora cultural; Mauricio Alejo, fotógrafo; Lorena Arvizu, investigadora; Sara Barragán del Rey, periodista; José Luis Barrios, investigador y curador; Christiane Burkhardt, cineasta; Katya Brailovsky, fotógrafa; Patricia Conde, galerista; Karen Cordero, investigadora y curadora; José Luis Cuevas, fotógrafo; Edwin Culp, investigador; Paola Dávila, fotógrafa; Deborah Dorotinsky, investigadora; Anna Fernández de Lara, investigadora; Daniel Garza Usabiaga, curador; Verónica Gerber Bicecci, artista; Adela Goldbard, fotógrafa; Juan José Herrera, fotógrafo; Karla Jasso, investigadora y curadora; Rian Lozano, investigadora; Benjamín Mayer Foulkes, director académico; Elizah Mizrahi, investigadora y gestora cultural; Rebeca Monroy Nasr, investigadora; Sac Nicté Guevara Calderón, periodista; Abraham Nahón, investigador y editor; James Oles, curador; Yoshua Okón, artista; Carlos Palacios, curador; Víctor Palacios, curador; Adriana Raggi, investigadora; Julieta Riveroll Rodarte, periodista; Israel Rodríguez, historiador y curador; Sergio Rodríguez Blanco, investigador y periodista; Sandra Rozental, investigadora y cineasta; Iván Ruiz, investigador y curador; Mariela Sancari, fotógrafa; Domingo Valdivieso, gestor cultural; Luis Vargas Santiago, gestor cultural; Mireida Velázquez, curadora; David Wood, investigador.
Respuesta del columnista
Recibo con asombro la carta con relación a la crítica derivada de mi columna de la semana pasada y que giró en torno al resultado fallido de la última Bienal de Fotografía.
Aquí mi respuesta:
40 firmas no hacen un misógino
Lamento mucho que este pequeño grupo de firmantes pretenda distraernos con el asunto de la “misoginia” inferido a partir de un par de palabras ahí consignadas, para evitar el problema de fondo.
Es una vergüenza que minimicen así el serio problema de violencia de género que padece México, y que se traduce en verdaderas y terribles historias de machismo y misoginia que seriamente lastiman a diario a las mujeres de nuestro país.
Sé que por cada uno de los que firmaron esta carta hay cinco colegas que se negaron a firmarla porque no les mostraron la redacción final o porque simplemente se trató de gente sensata que no aceptó caer en un juego irracional.
No señores, este no es un tema de misoginia, no se confundan. Es un tema de amiguismo y privilegios que ustedes quieren mantener y veo que están dispuestos a todo para que nada cambie.
Para empezar, uno de los promotores de esta carta lleva en su apellido el karma de su frustración. El otro es un empleado del Centro de la Imagen, y de las 40 firmas, sólo 7 corresponden a fotógrafos, es decir, menos de 18% del total; el resto dicen ser investigadores, curadores, diseñadores y por ahí hasta un psicoanalista firma.
Su capacidad de convocatoria es triste: la carta sólo la firma uno de los cinco jurados que calificó la Bienal y ninguno de los ganadores se sumó a su redacción. Vamos, ni siquiera Itala Schmelz, la directora del Centro de la Imagen, a quien ustedes pretenden defender; ni ella firmó esta carta. ¿Entonces?
No quiero extenderme, pero parece necesario un par de argumentos más. Su carta está llena de contradicciones y supuestos, es visceral y carente de lógica. Me acusan de misógino por llamar a una mujer como señora o doña. Enseguida ustedes son tan inseguros que incluso dudan de su propio argumento y dicen que no es peyorativo pero que mi “tono” si lo es. ¿Cuál tono, es un texto, no una canción? ¿Cuál tono?
Finalmente creo que hay un malentendido en una palabra específica de la cual tenemos definiciones distintas, la última vez que revisé el Diccionario de la Lengua Española, la palabra “doña” se describía así: “Doña es un vocablo de origen hispano muy usado protocolarmente que antecede al nombre de la persona y que se usa como una expresión de respeto, cortesía o distinción social”. ¿Cuál misoginia, pues?
Y en otra definición, doña “se refiere a aquella persona que finalizó una diplomatura o bachillerato” en tiempo remotos. Vamos, en la película de El Padrino, era una señal de respeto decirle don Corleone a don Corleone.
Creo que cuando se hace una acusación directa de violencia de género, por intelectuales, no puede ser basada en la inferencia de una palabra que dicha de cierto modo y pensando de cierta manera y bajo cierta circunstancia, podría remotamente ser ofensiva si, y sólo si, es vista como una excepción sin conceder la posibilidad de duda. Y ojo, la palabra intelectual no la estoy usando como insulto.
Así las cosas, se vuelve evidente que si no hay la capacidad de interpretación digna de la palabra “doña”, menos puede haber un mínimo criterio sobre la esencia de la fotografía y lo que seriamente debe debatirse en torno a esta Bienal. Y claramente se los anticipo: la Bienal cambiará de nombre, de reglas y de promotores; con o sin ustedes. Se los garantizo.
Ulises Castellanos
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