Más Información
Osiel Cárdenas, exlíder del Cártel del Golfo, recibe auto de formal prisión; enfrentará juicio por homicidio
Jóvenes mexicanos pasan más de 2 mil horas al año en el teléfono; OCDE alerta sobre su impacto en la salud mental
Sergio Gutiérrez Luna destaca aprobación de 25 reformas en la 66 Legislatura; "Un logro histórico para la 4T", señala
Secretario de Agricultura reafirma defensa del maíz blanco; "Seguiremos apoyando la producción nacional no transgénica", afirma
¿Maíz transgénero? Rubén Rocha corrige desliz durante discurso en Sinaloa; destaca importancia del maíz blanco
Sheinbaum asegura apoyo total a Sinaloa para enfrentar violencia; "Nunca los vamos a dejar solos, aquí está la presidenta"
abida.ventura@eluniversal.com.mx
La escritora Carmen Boullosa (Ciudad de México, 1954) está convencida de que falta mucho para que exista una verdadera justicia hacia las mujeres en los distintos aspectos de nuestra sociedad, pero también reconoce que mucho se ha ganado en esa larga lucha emprendida hace ya varios años. “El mundo no tiene porque estar lleno de Ana Kareninas”, dice la escritora, quien en su nueva novela recrea la faceta de escritora de la célebre protagonista de León Tolstoi.
“No es que las mujeres hayan conquistado la equidad por completo, creo que falta muchísimo que obtener para que realmente haya una justicia para las mujeres. Siguen ganando menos en sus empleos, se les sigue considerando menos en los trabajos, la violencia contra las mujeres es enorme, todo esto es un hecho, pero lo que no veo factible es que ocurra algo como la historia de Ana Karenina; su historia es una fase del movimiento feminista y ella pierde esa fase que, por fortuna, ganó la historia”, expresa en entrevista.
Y es que, para Boullosa, la historia en torno a este famoso personaje de la literatura universal es clave para conocer el debate que se estaba dando sobre el papel de la mujer a finales del siglo XIX. “Ana es una mujer de clase acomodada, escribe, y alrededor de ella se está hablando sobre cuál es el papel de la mujer en la sociedad, si debe tener permiso de trabajar, si puede obtener el divorcio. Es un momento de reacomodo del papel de la mujer en la sociedad, la mujer está saliendo del ostracismo decimonónico y está empezando a entrar a la vida pública.
“Ana Karenina está en ese debate y lo pierde porque es una mujer que elige algo que es su propio deseo, algo que está fuera de las reglas, del matrimonio, no puede conservar al hijo y no puede conservar un lugar en esa sociedad. Pierde todas las batallas. Para mí es un personaje súper interesante”, añade la narradora y poeta.
Fue precisamente la trama de este personaje la que la llevó a releer hace unos años la conocida obra del novelista ruso y a proponer una especie de secuela de la historia a través de un detalle que aparece en la novela de Tolstoi: la faceta de escritora de Ana Karenina. A partir de esto, Carmen Boullosa imagina en El libro de Ana la obra que aquella “bella y brillante” mujer pudo haber escrito.
El resultado es una historia que se sitúa en San Petersburgo en 1905, 30 años después del suicidio o “accidente” de Ana Karenina. En El libro de Ana, editado por Alfaguara, la también guionista y dramaturga entrelaza la historia de Sergio y Annie, los hijos de Ana Karenina, con los inicios de la Revolución rusa, justo antes del domingo sangriento. Mientras recrea la fragmentada relación que existe entre los descendientes de la protagonista de Tolstoi, la autora relata cómo la nuera de Ana encuentra el manuscrito que habría escrito. “Es una novela con una forma y ritmo muy contemporáneos... Junté personajes estrictamente históricos, algunos míticos de la novela de Tolstoi y otros que se requerían para contar la historia” , explica la autora.
Un ejercicio que, asegura, la llevó a confirmar que cada novela escrita representa una aventura diferente: “Fue un proceso apasionante y diferente a los otros caminos que me han llevado las otras novelas”.
La autora de las novelas Antes (1989), De un salto descabalga la reina (2002) y La otra mano de Lepanto (2005) recuerda que su primer acercamiento a la obra de León Tolstoi fue en la adolescencia, pero no fue precisamente una experiencia agradable: “Es una mala historia. Mi madrastra era una persona poco amorosa, por decir lo menos. Ella decía que su novela predilecta era Ana Karenina, yo tenía 16 años cuando ella llegó a mi vida y para mí no había nada más horrible que esa novela. Pero ahora que la tomé y la releí, realmente considero que, como dicen Flaubert y Nabókov, es posiblemente la mejor novela jamás escrita”.
Por eso, la ganadora del Premio Xavier Villaurrutia en 1989, no duda en asegurar que cada acto de lectura o relectura es apasionante. “Siempre hay algo nuevo, el libro nunca es idéntico para dos lectores. El libro siempre se verá diferente para el lector, dependiendo de su momento. A mí me gusta cada vez más releer a los clásicos porque se leen diferente y uno entiende cosas nuevas... Los clásicos siempre están vigentes y nos iluminan mucho, sirven mucho para reimaginar el presente”.
Ese interés por releer a los clásicos la ha llevado a fabular en torno a las historias o personajes conocidos de la literatura universal. Es el caso de La otra mano de Lepanto, publicado hace más de 10 años, donde retoma personajes de Cervantes para ofrecer su propia historia. “Para mí es una tentación muy grande trabajar con los clásicos porque son parte de nuestro capital, de nuestro presente”, confiesa.
Renacer los clásicos olvidados. En ese ejercicio por retomar a los clásicos, “los venerados y los ignorados”, la narradora que también ha publicado libros de poesía como La memoria vacía (1977) y La infiel, Ingobernable (1979) comenta que uno de sus proyectos actuales es retomar la vida y obra de destacadas autoras latinoamericanas que fueron exitosas, pero que han quedado en el olvido. “El primer latinoamericano en obtener el Nobel fue una mujer y ahora la gente no lee a estas mujeres, por eso estoy escribiendo sobre ellas, para recuperarlas”, dice al referirse a la novelista chilena Gabriela Mistral.
Una mujer cuya labor pedagógica ha sido poco explorada, principalmente en el contexto de la problemática que enfrentan las normales y escuelas rurales en México, destaca Boullosa: “Fue una persona extraordinaria, a quien México le debió mucho porque Vasconcelos la trajo para organizar las normales y colegios rurales. Pero lo que ella hizo en el país ha quedado borrado... No he visto que nadie se acuerde de ella en medio del lamento de lo que ha ocurrido con las normales rurales y los desaparecidos”.