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ssierra@eluniversal.com.mx
La biblioteca más importante en ciencias sociales en América Latina y la segunda con mayor número de títulos en México después de La Nacional, es la Daniel Cosío Villegas de El Colegio de México.
A partir del 23 de mayo, los usuarios disfrutarán de nuevos espacios en un edificio que ese día será inaugurado y que conecta directamente con la Biblioteca. Es un espacio con la firma del arquitecto autor de la obra original, Teodoro González de León, y es la más importante intervención en los 40 años del edificio de El Colmex.
Concebida como biblioteca desde la creación de la nueve sede de El Colegio (hasta entonces los espacios para bibliotecas no eran hechos ex profeso), se pensó también en aquel momento que un día se ampliaría ante el crecimiento de sus acervos.
Tras años de buscar los recursos, la Federación destinó poco más de 100 millones de pesos, y entre finales de 2014 y finales de 2015 se llevaron a cabo las obras de ampliación que representan un crecimiento en 4 mil metros cuadros, en cuatro niveles: sótano, dos pisos donde ya están 65 mil libros y una planta principal destinada a la lectura, consulta y trabajo en grupo. Hasta arriba se halla una terraza con cactáceas que conecta con el patio central de El Colegio de México. Ese patio es eje y articulador del inmueble, ha dicho González de León, coautor de la obra con Abraham Zabludovsky.
El nuevo edificio de la biblioteca, que lleva el nombre de Mario Ojeda, quien fue presidente de El Colegio, será presentado este lunes a las 11:30 horas en una ceremonia con la presencia del titular de la SEP, Aurelio Nuño. En el evento intervendrán la presidenta de El Colmex, Silvia Giorguli Saucedo; la directora de la Biblioteca, Micaela Chávez, y habrá un comentario en video del arquitecto González de León.
El nuevo espacio está rodeado de luz natural a partir de un sistema de parteluces que hace las veces de persiana y está concebido como un área dinámica con cubículos, aulas y salas, con coloridos muebles ergonómicos que se ajustan para trabajos individuales y de equipo, con innovaciones en multimedia para estar conectados o para actividades como videoconferencias, y con áreas para una lectura recreativa. Así lo detalla durante un recorrido Micaela Chávez, quien hace 10 años dirige esta biblioteca que define como un parteaguas en la construcción de edificios para bibliotecas. “Nuestra idea siempre fue la funcionalidad sobre la estética, pensamos que el arquitecto lo podría resolver como quisiera, pero que los espacios que quedaran para los usuarios fueran muy bien planeados”, destaca.
Aunque es una biblioteca muy utilizada por los estudiantes de El Colegio, es un espacio abierto también al público en general. La ampliación representó una inversión de 87.2 millones de pesos en obra civil y 13.8 millones en mobiliario y equipo de cómputo, indicó Álvaro Baillet, secretario Administrativo de El Colegio de México.
Todo el edificio de El Colegio será presentado por el INBA como candidato a la declaratoria de Monumento Artístico, que es el mayor reconocimiento para un artista y su obra en México. Los trámites en busca de la declaratoria coinciden con los 90 años que González de León cumplirá el 29 de mayo; ésta sería la primera vez que se declare Monumento Artístico una obra de un creador que está vivo.
Entre libros. A través de la biblioteca Daniel Cosío Villegas se ingresa a la planta principal del nuevo edificio. Esta planta, un piso abajo de la terraza, es una de las áreas que más aprovecha la luz en todo el conjunto de El Colmex. Los espacios y el mobiliario están concebidos para la lectura.
Micaela Chávez cuenta que la ampliación respondió a necesidades de espacio para los libros que, al año, crecen en 15 mil ejemplares aproximadamente. Entre las características del nuevo espacio está dinamismo, flexibilidad y confort. “El modelo es tener espacios para el trabajo individual reflexivo, para trabajo colaborativo y también para la lectura recreativa”.
El otro elemento clave de este espacio es la tecnología: “Cada vez más se requiere acceso a programas multimedia, formas de comunicación hacia afuera como la videoconferencia”.
En los dos pisos inferiores están distribuidas en primer lugar los libros de literatura universal y luego los de Latinoamericana. “Queremos dar énfasis a esta colección para que tenga mayor difusión y atraer a donantes que quieran que sus obras estén en esta colección. Es de las más importantes, tal vez única en el país; El Colegio ha hecho un esfuerzo especial para tener acuerdos de canje con instituciones de América Latina”, enfatiza Micaela Chávez.
El mobiliario y nuevos espacios comprenden: 76 sillas con mesas de lectura individual; 15 cubículos de estudio en grupo con 88 sillas; 32 cubículos de estudio individual con sus sillas; y 32 áreas de lectura informal.
En el sótano se guardan atlas, casettes, folios, folletos, LP’s, CD, DVD, mapas y la mapoteca del INEGI de la que es depositario El Colmex.
El proyecto contó con asesoría de Michael Keller, director de la Biblioteca de la Universidad de Stanford, y Adan Griego, bibliotecario para América Latina de la misma universidad; el programa de necesidades del espacio también tomó en cuenta el proyecto que había elaborado Ario Garza Mercado (director de la Biblioteca hasta 1989).
Con González de León, cuenta la directora, se mantuvo comunicación e inclusive se plantearon peticiones específicas como utilizar cancelería en el sótano para que el ambiente no afectara los materiales, y el uso de la piedra rosa que caracteriza El Colmex, en lugar del blanco que se proponía. “Consultamos a los profesores y la mayoría dijo que tendría que ser un proyecto que integrara el edificio actual con el nuevo, que no rompiera”. Sobre el color, González de León había explicado: “La arena rosa del Valle de México se acabó; de las minas de Santa Fe salía esa arena muy bonita, rosa. Sólo se consiguió rosa para la ampliación de la biblioteca de El Colegio de México”.
El Edificio Mario Ojeda garantiza el almacenamiento para mínimo los próximos 20 años a un crecimiento anual de 15 mil volúmenes. Hoy, El Colmex tiene 400 mil títulos (más de 600 mil si se incluyen las publicaciones periódicas). Ahí se halla también el repositorio institucional que asegura el acceso y preservación de la producción de los investigadores.