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yanet.aguilar@eluniversal.com.mx
Todos celebran a Miguel León-Portilla como un gran humanista y un gran erudito; todos reconocen en él a un hombre del Renacimiento; todos lo saben una institución y un maestro. Hoy, el filósofo e historiador que ha recibido 28 doctorados Honoris Causa otorgados por universidades de distintas regiones del mundo, cumple 90 años, y sus amigos, discípulos e instituciones a las que está ligado, lo festejan.
Estudioso del México antiguo, especialmente de la cultura náhuatl, Miguel León-Portilla es “un espíritu sensible a los problemas nacionales”, como dice de él el historiador Enrique Krauze; uno de los modernos roturadores que al difundir los valores de las culturas indígenas, dice Alfredo López Austin, ha combatido “el injusto carácter discriminatorio de los mexicanos”; “un obrero de la esperanza”, como dice de él Adolfo Castañón.
León-Portilla es maestro, investigador, académico, conferenciante que ha merecido un gran reconocimiento dentro y fuera de su país. Sus discípulos, amigos y colegas, entre ellos Eduardo Matos Moctezuma, Enrique Florescano, Jaime Labastida, Adolfo Castañón y Teresa Uriarte, reconocen sus aportes a la literatura en lengua náhuatl, sus revisitas a la literatura indígena y su rescate de la obra de cronistas e historiadores del México antiguo.
La UNAM, a través del Instituto de Investigaciones Históricas, con El Colegio Nacional, la Academia Mexicana de la Lengua y la Academia Mexicana de la Historia, se han unido para rendirle justo hoy, el día de sus 90 años, un homenaje en su casa.
León-Portilla estará presente y escuchará lo que sabe: que es un referente en la historia de México y en el estudio del México antiguo. La Secretaría de Cultura del gobierno federal dedicará todo 2016 a realizar mesas de reflexión, reediciones de sus libros, lecturas colectivas, presentaciones y un video conmemorativo para celebrar sus nueve décadas de vida.
Dador de voz a los indígenas. Miguel León-Portilla es uno de los investigadores del mundo prehispánico y del mundo actual más connotados. Un autor de textos investigativos y de obras escritas que se han convertido en libros de gran trascendencia como La filosofía náhuatl y Visión de los vencidos, una antolología que se ha traducido a 16 idiomas y que ha vendido millones de ejemplares. “En este libro, Miguel le regresa la palabra al indígena que había sido sometido, al indígena cuya palabra le había sido arrebatada y Miguel se la regresa a través de estudiar toda una serie de documentos en los que vienen mitos, creencias y la propia visión del indígena acerca de lo que fue la Conquista”, señala su amigo Eduardo Matos Moctezuma.
Enrique Florescano, por su parte, reconoce que una característica de León-Portilla ha sido su continua preocupación por la situación de las etnias indígenas actuales y su atención a los temas económicos, políticos y culturales vinculados con ellas. “Ha sido un defensor asiduo de los derechos indígenas y un abogado de las lenguas indígenas. Ha hecho propuestas a los organismos nacionales e internacionales en favor de la protección de las lenguas, el medio natural, los bienes tangibles e intangibles y los derechos fundamentales de los grupos indígenas de México y América”.
Celebra también sus investigaciones sobre la antigua historia de México y su capacidad excepcional para transmitir ese legado al gran público. “Sus libros quedan como los más apreciados y demandados por miles de lectores de todo el mundo, pues están traducidos a muchas lenguas”, agrega Florescano.
Obrero de la esperanza. Miguel León-Portilla, el intelectual nacido el 22 de febrero de 1926 en la colonia Santa María la Ribera, ha reconocido como sus maestros al padre Ángel María Garibay y Manuel Gamio; se hizo doctor en Historia por la UNAM y luego maestro de varias generaciones de historiadores. Su obra es amplia, sus reconocimientos extensos y su pensamiento ha impactado a México y el mundo.
Teresa Uriarte, historiadora y directora de Difusión Cultural de la UNAM, dice que León-Portilla es un hombre del Renacimiento: “Es un ser humano que ha tenido la capacidad de pensar en los distintos ámbitos del mundo Mesoamericano pero también del mundo de la Colonia, la Conquista y la Colonización de la Baja California”.
Adolfo Castañón lo sitúa en su dimensión más humana. Parafrasea el texto que sobre él recién publicó en la Revista de la Universidad donde dice que hay un paralelo entre el arqueólogo y el agricultor:
“El arqueólogo siembra de ruinas nuestro mundo, pero en el caso de Miguel León-Portilla está su oficio de desenterrar mundos perdidos; tiene que ver con el oficio de piedad, de desenterrar culturas soterradas que no estaban muertas sino que están vivas. En ese sentido él, al traducir la Visión de los vencidos o al traducir a Nezahualcóyotl, o al dar voz a la poesía indígena, no sólo le está dando voz al pasado, sino que le está dando voz al presente y dando voz al futuro. Creo que Miguel León-Portilla es un obrero de la esperanza, un maestro que no nos pone a mirar el pasado, sino que nos pone a revalorar las circunstancias en que se puede rescatar y salvar el pasado y que nos lanza al presente, ese presente tiene que ver con la vivacidad de las culturas indígenas en el México contemporáneo”.
Su amigo Jaime Labastida, director de la Academia Mexicana de la Lengua, celebra los 90 años de Miguel León-Portilla porque gracias a sus estudios ahora en todo el mundo hay escuelas de náhuatl y gente que traduce del náhuatl. “Es realmente asombroso lo que hace Miguel y aparte de todo esto es un hombre que se mantiene fresco, con los pies en la tierra, tranquilo, con muy buen sentido del humor, con ganas de vivir”, concluye Labastida.