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Para la escritora mexicana Rosa Beltrán (1960), licenciada en Lengua y Literaturas Hispánicas por la UNAM y doctora en Literatura Comparada por la Universidad de California, no existen géneros mayores o menores: “hay literatura o no la hay”.
Entrevistada por su ingreso oficial como miembro de número a la Academia Mexicana de la Lengua (AML), ceremonia que se realizará el 28 de enero en Bellas Artes, la doctora Beltrán se declaró lista para abrir un debate, una discusión seria, “para pensar en otra forma de abordar la literatura”.
Autora de La corte de los ilusos, El paraíso que fuimos y otras obras, Beltrán dijo tener casi listo su discurso de ingreso a la centenaria institución, que será respondido por el también escritor y académico Gonzalo Celorio, quien al mismo tiempo le dará la bienvenida para ocupar la silla número XXXVI.
“Es un honor y un reto pertenecer a la Academia Mexicana de la Lengua, pero también una oportunidad de abrir el canon y proponer la reflexión acerca de lo que son las obras clásicas, cómo se conforma el criterio para designar que una obra es clásica, y cómo es que sucede que obras que no lo son se vuelven muy importantes y hay que considerarlas”.
Así, opinó que una obra no es clásica porque goce de determinados méritos, sino que “se trata de un mecanismo donde el lector también, desde el anonimato de su biblioteca, decide a partir de la lectura qué obras son las que nos representan en los distintos periodos”.
Hacer ese tipo de reflexión desde la literatura, proponer los nuevos lenguajes, hablar de la lengua española desde el continente donde más se habla, debe considerarse, así como se deben consignar los vocablos nacidos entre la población hispanohablante de EU.
Rosa Beltrán explicó que “apoyar esas propuestas a través de todas las comisiones especiales, de las ediciones y las sesiones que se realizan periódicamente en la academia, es parte de su ideario como nueva integrante de la AML, siendo la décima mujer que cobija ese cuerpo académico.
Se refirió luego al intenso trabajo de difusión que realiza ese organismo. “La Academia es mucho más activa de lo que pensaba, porque participa en ferias de libro, coloquios, seminarios e inteligentes sesiones abiertas al público, así como en la reflexión literaria y la reflexión de la lengua desde diversos campos del pensamiento humano”.
A través de la AML, agregó, se revisan los usos y contenidos de la lengua. “La Academia Mexicana de la Lengua está formada por gente muy notable y esa es la parte que me honra, acceder a una interlocución con esos personajes y poder tener una reflexión sobre, por ejemplo, los libros de texto gratuitos”.
La directora de Literatura de la UNAM, electa por unanimidad en sesión plenaria a propuesta de Vicente Quirarte, Julieta Fierro y Vicente Leñero, considera que estar en la Academia le “permite abrir un debate para pensar en otras formas de abordar la literatura, en otros géneros”.