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ana.pinon@eluniversal.com.mx
El escritor, ensayista, investigador y colaborador de EL UNIVERSAL, Guillermo Sheridan, desmenuza la obra poética de Octavio Paz en el libro Habitación con retratos. Ensayos sobre la vida de Octavio Paz (Ediciones Era, 2015) y brinda un retrato íntimo del poeta.
Su estancia en la India, el matrimonio con Marie-José Tramini, sus incursiones vanguardistas, su renuncia como embajador, su regreso a México, la importancia de la correspondencia en su vida, su vejez y la idea de la muerte son algunas de las facetas que Sheridan revisa desde su propia mirada, pero también desde la investigación de archivos, cartas, entrevistas, libros y testimonios.
¿Este libro es una forma amorosa de acercarse a la poesía de Paz?
He escrito mucho sobre una serie de poetas mexicanos y nunca me habría preguntado si los amo. Me imagino que son mis amigos y, por lo tanto, les tengo afecto. Con López Velarde me confieso, me pregunto, me pongo en duda, es un buen amigo que suele responder. Me pasa lo mismo con Xavier Villaurrutia, con Gilberto Owen y desde luego con Paz. La diferencia es que a Paz sí lo conocí, lo traté, conversamos varias veces sobre lo divino y lo humano. Fue un amigo al que quise mucho, fue un tutor, un maestro, un acompañante que quizá no se percataba de que acompañaba a sus lectores. Leer poesía y leer poetas con los que uno ha encontrado especial concordancia, crea una atmósfera de comunión en la que el afecto está activo. Si eso pasa, uno trata de entenderlos más, saber más sobre ellos.
Pero en el caso de Paz, no leo todo lo que se publica sobre él; para la elaboración de este libro y del que aparecerá en enero no me he metido a leer lo que dicen los estudiosos. Estos son libros muy personales, muy míos, son una forma de privilegiar el diálogo particular que tengo con la poesía que amo y, en este caso, con el poeta que la escribió. Amo a la poesía de Paz y quiero al poeta Paz.
¿Hoy comprende mejor a Paz, a sus emociones, su melancolía, su iracundia?
Por ser un gran poeta no es un hombre privado de emociones intensísimas, quizá porque es poeta sus emociones son tan avasalladoras. No juzgaría como una premisa incuestionale que Octavio fuese un hombre melancólico, pero estoy muy consciente de que la melancolía es esencial en ciertos periodos de su trabajo poético. A veces podía ser un hombre iracundo, a veces uno divertido, no hay nada que lo haga diferente al resto de los humanos. Muchos amigos pasamos con él momentos de enorme jocundia. Cuando se encendía podía ser terrible, él mismo adjudicaba ese temperamento a ser Aries. Era supersticioso, creía que su signo zodiacal estaba gobernado por Saturno, un dios colérico, de pasiones extremosas. Lo importante es cómo convirtió todo eso en parte de un sistema poético.
En el libro hay también un retrato de un Paz que solía dudar.
Sí, desde luego. Todos los modernos somos humanos en duda, estamos eternamente en duda, de eso se trata, quienes no dudan están condenados a convertirse en ideólogos. Carecer de dudas es carecer de inteligencia. Paz es un hombre titubeante, que estaba continuamente sometiéndose a una autocrítica despiadada, en su escritura y vida personal. Esto es un atributo que todos los seres humanos tenemos, pero quizá no la practiquemos con la higiene necesaria. Quizá en estos tiempos que supuestamente están basados en tolerancias y en conveniencias dudar se ha convertido en una señal de flaqueza. Si uno lee a Hobbes, a Montaigne, a los troncos del gran árbol de la inteligencia, nos damos cuenta de que la duda ahí está. La muletilla verbal de Paz a la hora de platicar, era “¿no le parece?”. No era retórica, no era un firma ni el pie para indicar que había terminado de hablar, él de verdad quería saber lo que a uno le parecía lo que acababa de decir, también se lo preguntaba a sí mismo. Él tenía la conciencia de que somos perfectamente perfectibles.
También hay un Paz sociable, que gustaba de la conversación en cualquiera de sus formas.
Paz tenía una idea de la comunión, no en términos religiosos, sino de convivencia, desde muy joven. Creía en la concordancia, en la colectividad.
Su idea del “nosotros” era muy viva y activa. Hay una enorme cantidad de correspondencia que se está abriendo, Paz se escribió con muchos de su generación, hay trabajo de muchos años para analizar y editar esas cartas.