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cultura@eluniversal.com.mx
Desde hace tres años, la mexicana Silvia Torres-Peimbert se prepara para tomar en forma la presidencia de la Unión Astronómica Internacional (IAU), cargo donde “el objetivo es siempre fortalecer la Astronomía”.
Mañana, la investigadora emérita del Instituto de Astronomía de la UNAM se convertirá en la segunda mujer y primera mexicana en ser presidenta de la IAU. Iniciará su periodo al finalizar la Asamblea General del organismo internacional, que se realiza en Honolulú, Hawai. Torres-Peimbert fue electa en 2012 para el periodo 2015-2018.
En entrevista, asegura que “el objetivo es mejorar las relaciones internacionales entre los distinto astrónomos” y apoyar actividades de esta ciencia, como la divulgación.
El interés por el desarrollo del estudio de los cuerpos celestes en el universo le hace pensar en “establecer grupos que ayuden en el avance de la Astronomía”. La IAU, fundada en 1919, se conforma por unos 11 mil astrónomos de más de 90 naciones que toman decisiones históricas, como el hecho de haber relegado a categoría de planeta enano a Plutón.
Panorama mexicano. Para la astrónoma, la situación en México de esta ciencia es favorable. “Ahora hay bastantes astrónomos, hay alrededor de 250 personas con doctorado en Astronomía, pero si se compara con otros países, éstos son 10 veces más”.
Reconoce que se deben mejorar las oportunidades de desarrollo y empleo, “ese es el problema, que nos faltan universidades, instituciones de investigación. Hay de buena calidad, pero no son suficientes”.
Actualmente, en el país se desarrolla el proyecto del Telescopio Óptico Infrarrojo, objetivo en común para todos los astrónomos. Consiste en el diseño y construcción de un telescopio con un espejo principal de 6.5 metros que colecta la luz.
Esta tecnología, que se ubicará en San Pedro Mártir, Baja California, se plantea como una colaboración entre México y Estados Unidos, con la participación del Instituto de Astronomía de la UNAM, el Centro de Ingeniería y Desarrollo Industrial (CIDESI), el Instituto Nacional de Astrofísica Óptica y Electrónica (INAOE); el Smithsonian Astrophysical Observatory, de la Universidad de Harvard y el Steward Observatory Mirror Lab, de la Universidad de Arizona.
El proyecto se encuentra en proceso del diseño conceptual.
“Se trata de un complejo proyecto en el que poco a poco se avanza. Existe la capacidad de realizar los primeros pasos. Una vez que sea posible demostrar que hay un diseño más detallado, entonces se tienen que conseguir fondos, la parte más difícil”, asegura la investigadora.
Aún con todo el dinero para desarrollar el proyecto, la construcción se lleva alrededor de cinco años.
Para Torres-Peimbert el tener un telescopio de mayor tamaño permite observar objetos más débiles, es decir, objetos más lejanos, o cercanos pero débiles. “En otros países si existen grandes telescopios, mucho mayores que lo que pensamos construir, pero tenemos que intentar crear algo que sea de nuestro tamaño”.
Desde que Torres-Peimbert era niña le gustaban las matemáticas. En un principio pensó en estudiar química, pero cuando ingresó a la carrera de Física en la Facultad de Ciencias, eligió materias de astronomía.
“Cursé una materia optativa de astronomía y ahí descubrí que era lo mío. Me encantó, me pareció muy interesante”, agrega.
En 2011, la astrónoma, que ha trabajado en el Observatorio Espacial Internacional y en el Telescopio Espacial Hubble, recibió el Premio L’Oréal- UNESCO “La Mujer y la Ciencia”.
Aunque la investigadora se ha dedicado a varios campos de estudio, su trabajo principal se enfoca en las nebulosas gaseosas y determinar mediantes espectrógrafos la composición de la luz que proviene de los gases. “El estudio de estos gases nos ayuda a entender cómo ha sido la historia de formación de estrellas de nuestra galaxia y, en general, del universo”, indica.
A sus 75 años de edad, la investigadora aún tiene retos. “Siempre falta por cumplir, siempre hay una labor en frente, un compromiso. Quiero seguir con investigación, pero hay otro proyectos pendientes”.