Pinturas abstractas y figurativas de , siempre con su marcado énfasis en el color; dibujos eróticos llenos de juego y humor creados por Serguéi Eisenstein; las pinturas de color puro y algunas esculturas de Alexandr Ródchenko; el Cuadro negro, de Kazimir Malévich; el retrato que Lazar Lissitski hace del también artista Vladímir Tatlin y que habla de un artista nuevo que utiliza los instrumentos que le da la ciencia: compás, regla y fórmulas matemáticas; o el diseño escultórico del monumento a la Tercera Internacional del propio Tatlin (obra que nunca se realizó) son algunas de las 500 piezas que integran la muestra Vanguardia rusa. El vértigo del futuro que desde hoy se puede visitar en el Museo del .

El etnólogo Sergio Raúl Arroyo es el curador de la exposición que demandó dos años de investigación y que fue concebida específicamente para el Palacio de Bellas Artes, en el marco de los 125 años del establecimiento de relaciones diplomáticas entre Rusia y México. Incluye obras de 27 colecciones internacionales, entre ellas las de los museos Estatal de Hermitage, Estatal de Bellas Artes A. Pushkin, Estatal Ruso y la Biblioteca Nacional Rusa.

Durante el recorrido, el curador destacó la pluralidad en este arte: “La vanguardia rusa no es una corriente, son varias corrientes, algunas encontradas entre sí, corrientes que tienen que ver hechos como cambiar el arte, no seguir la tradición, y participar en la transformación del hombre. No van a ser la economía o la política las que transformen a los hombres sino el arte”.

La exposición incluye carteles, fotografías, arquitectura, pinturas, instalaciones, esculturas —algunas con materiales cotidianos—, caricaturas, revistas, libros, películas, objetos como vajillas y uniformes, los cuales son reflejo de una de las claves de estas vanguardias: la interdisciplinariedad.

Arroyo detalló que una corriente tuvo que ver con el suprematismo que se transformó; luego hubo una corriente que tuvo que ver con la abstracción y, finalmente, la del constructivismo, que hace que el arte se implique con la vida cotidiana: las fábricas, las oficinas, el mundo doméstico.

Además de Tatlin, Ródchenko, Malévich, Eisenstein y Kandinski, también se pueden ver obras de Vladimir Maiakovski, Natalia Goncharova, Olga Rozánova y Varvara Stepánova. Una característica de estas vanguardias es la presencia de muchas mujeres que también abrieron caminos siempre guiadas por experimentación.

La muestra se organizó en 10 núcleos divididos por disciplinas, en los que se destaca cómo en estas vanguardias ruso-soviéticas se dio cuenta de las pasiones sociales, intelectuales y estéticas de una época.

rqm

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