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ssierra@eluniversal.com.mx
En la sala del departamento que por más de medio siglo ha sido de la familia Siqueiros, en medio de obras de arte, fotografías, libros y pósters, David Constantino Rodríguez Ochoa Siqueiros, bisnieto de David Alfaro Siqueiros y heredero —con su hermana Gabriela— de los derechos patrimoniales del pintor, acusa que la embajada de la Federación de Rusia en México retiene nueve obras, entre ellas cinco pinturas y dos litografías que, asegura, fueron creadas por su bisabuelo.
Acompañado por dos abogados del despacho Felipe Jurado y Asociados, Felipe Jurado Castillejo y Sergio Osnaya Ayala, David Constantino sostiene desde 2012 han solicitado a la embajada las obras que fueron entregadas por su abuela, Adriana Siqueiros, en una donación que, dice, “se llevó a cabo sin el protocolo judicial y notarial por lo que carece de valor. Se hizo un documento en esta casa, sin testigos, sin un marco jurídico, sin notario donde se le regalan al pueblo ruso, en específico a la embajada, las piezas”.
David Constantino es hijo de David Constantino Siqueiros, hijo de Adriana Siqueiros, quien fue la única hija del pintor. Adriana falleció el 4 de enero de 2012 y, dos meses antes, el 27 de octubre de 2011, habría entregado al entonces embajador de Rusia en México, Valery Morozov, y a su agregado cultural Igor Fedorov, las nueve obras que se encontraban colgadas en la sala de este departamento de Avenida Ferrocarril de Cuernavaca. Esta es la historia que cuentan el bisnieto y el abogado Felipe Jurado y que también relata el conserje Jorge Castro Sarmiento. La embajada de la Federación Rusa en México dijo que no haría ningún comentario.
“Es un abuso de confianza —señala David Constantino—. Primero por la manera como se llevaron las obras, en segundo lugar porque mi abuela no estaba en sus facultades, con un cáncer terminal, y en tercero por el marco jurídico que establece que es patrimonio de México, que esas obras no pueden salir del país”.
De acuerdo con el relato de los entrevistados, el 27 de octubre de 2011 las obras fueron retiradas en una camioneta del domicilio de Adriana Siqueiros, a donde habían llegado el embajador y su agregado cultural.
“La señora me avisó que iban a venir de la embajada rusa. Me había anticipado que venían a llevarse unos cuadros; los recargaron aquí (señala el muro del lobby), el autorretrato de la señora (sic) y varios más. Los subieron a la camioneta con el embajador; y llegó otra camioneta; una Van. La del embajador estaba dentro, pero no cabían los cuadros. Fue muy rápido”, dice a EL UNIVERSAL el conserje del edificio.
A partir de entonces, para recuperar las obras, David Constantino tuvo en 2012 dos reuniones con el entonces embajador Valery Morozov (hubo otras más fuera de la embajada); luego hubo otros dos encuentros con el actual embajador, Eduard Malayan.
“Sabemos, o nos comentaban, que las obras se encuentran en la embajada pero no las vimos nunca. El embajador Malayan nos reiteró que no necesitamos asesoría legal, que nos iban a regresar las piezas”.
En una de esas reuniones con el nuevo embajador estuvo presente el abogado Felipe Jurado, quien recuerda: “El embajador nos ofreció que nos las iban a entregar, pero que tenían que pedir autorización a autoridades rusas, entre ellos al ministro de Cultura, y que en cuanto recibieran esto, nos las entregaban de inmediato. Ya posteriormente se nos negó, no nada más el acceso, no nos respondían el teléfono”.
En esa última reunión, David Constantino se comprometió a enviar una carta (mayo de 2013) donde expresaba su cariño por el pueblo ruso; ahí acotó que donaría tres de las obras. Pero no hubo más comunicación.
Constantino y sus abogados plantean que buscarán un “acuerdo cordial” pero que si no se da habría que proceder por la vía legal:
Jurado detalla: “La demanda sería contra la embajada rusa; esta no es una situación diplomática. No es un asunto entre dos países. Es una persona física con una embajada”.
El abogado Sergio Osnaya agrega: “Se están realizando los estudios para iniciar una acción judicial dado el tiempo que ha transcurrido y que no se ha tenido respuesta. Sería una acción por la devolución, para el rescate. La denuncia la haría David como representante legal de los interesados porque podría haber alguien interesado que no sea heredero”.
Patrimonio en cuestión. Desde 1980, por decreto presidencial, toda la obra de David Alfaro Siqueiros es Monumento Artístico, de acuerdo con la Ley Federal Sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos, y una de las implicaciones de esta legislación es que no puede salir del país de manera permanente y sin una serie de permisos que otorgaría el INBA.
Las obras, en poder de la embajada, no son todas de Siqueiros como había mencionado en un principio David Constantino; tampoco se tienen las fechas, características y nombres exactos de todas.
El bisnieto del artista asegura que las siete de Siqueiros aparecen en libros que fueron publicados cuando vivía el artista. No cuenta con esas publicaciones, salvo en el caso de la piroxilina Boceto para el retrato de Adriana, de 1947, de 93 por 76 cm, sin duda la obra más importante de este grupo, documentada en el libro Siqueiros, que en 1951 publicó Bellas Artes y que cuenta con presentación de Fernando Gamboa. Ese retrato es el que menciona el conserje en su relato.
Entre las otras obras aparecen pinturas, como una que expuso en Japón, otra de una bailarina, una más de una escenografía... sin embargo, no se disponen de los datos precisos pues no había una documentación de cada una de las obras que se tenían en aquel departamento. Otra de las obras, más conocida, es una litografía, Zapata de 1930. Las obras, aventura David Constantino, sin muchas bases, pueden costar un millón de dólares. Según él, sólo el retrato de su abuela tendría un precio de medio millón de dólares.
Las dos piezas que no son de Siqueiros son un bronce de Norman Bardavid, y un poema dedicado al pintor por Rafael Alberti, firmado en 1976.
Sobre la autenticidad de las piezas, asegura: “No hay ninguna duda”.
A la pregunta de si reconocería falsos, sostiene sin pensarlo dos veces: “¡A un kilómetro de aquí!”
EL UNIVERSAL pidió a la embajada rusa su versión de los hechos pero la única respuesta, proporcionada por Maria, secretaria del embajador, fue: “La embajada no tiene comentarios al respecto. Si la familia Siqueiros tiene una pregunta, pretensión, una cuestión ¿por qué no se comunican directamente con la embajada? No estoy autorizada de comentar nada.”
Por su parte, el Instituto Nacional de Bellas Artes respondió en un comunicado que “no tiene conocimiento que confirme donación alguna de obra del artista David Alfaro Siqueiros por parte de la señora Adriana Siqueiros a la embajada de Rusia en México, así como de algún aviso de cambio de dominio de la obra mencionada”.
El INBA hizo énfasis en lo que señala la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos, en su artículo 26, porque si hay un cambio de dominio éste se debe informar en el caso de obras declaradas Monumento Artístico, como es el caso de la totalidad de la obra de David Alfaro Siqueiros.
En el tema quedan preguntas por responder, como ¿por qué no hubo un protocolo de donación, de embalaje, transportación y movimiento de las piezas que son Monumento Artístico? ¿si las obras están en la embajada rusa, por qué ésta no ha informado a Bellas Artes sobre el cambio de dominio? y ¿si se hallan en la embajada, significa que están en suelo extranjero?