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La edición 43 del Festival Internacional Cervantino (FIC) que se llevará a cabo del 7 al 25 de octubre está centrado en dos ejes temáticos: La ciencia del arte/el arte de la ciencia, y Transiciones. El segundo, como en las últimas tres ediciones lideradas por Jorge Volpi, está enfocado a provocar una reflexión en torno a lo que aqueja a las sociedades del mundo. Si antes fue la violencia, ahora es cómo a América Latina padece o se ha sobrepuesto a las crisis provocadas por la economía y por las políticas de estado y la violencia.

Así, lo mismo se estrenará la obra XLIII Memoria Viviré de Marisol Jiménez, interpretada por la London Sinfonietta, una de los más importantes ensambles del Reino Unido, que está dedicada a los 43 normalistas de Ayotzinapa y a los desaparecidos en México, en general; que Labio de liebre de la compañía colombiana Teatro Petra, que aborda la realidad que los campesinos enfrentan al vivir en zonas de conflicto y bajo la presión de grupos armados, y la obra Diez mil cosas de Andrés Kalawski, que da cuenta de la represión en Chile.

En esta misma línea de reflexión se inserta la ópera para niños Ana y su sombra de la compositora mexicana Gabriela Ortiz, con libreto de Mónica Sánchez Escuer, dirigida escénicamente por Luis Martín Solís y musicalmente por Rogelio Rojas, con Inner Pulse Ensamble y la participación de cantantes del Estudio Ópera de Bellas Artes del INBA.

La ópera aborda la historia de Ana, una niña de origen mexicano que vive en Estados Unidos que desea regresar a su país, pero su sombra no; bajo esta premisa se plantea una reflexión sobre lo bicultural, la alteridad, los claroscuros y prejuicios que nos limitan, y cómo las fronteras que nos separan se desvanecen en las sombras.

La obra surgió como un encargo de la Universidad de Indiana y de la Organización Roundabout Opera for kids; fue presentada en aulas de más de treinta escuelas estadounidenses con el fin de acercar a los niños al género operístico y de sensibilizarlos sobre la migración y la empatía.

Sin embargo, para Ortiz se trata de un estreno mundial porque será la primera vez que la pieza se presentará en un teatro con una instrumentación y un repertorio vocal ampliados.

“Fue escrita con un interés muy claro, hablar sobre biculturalidad. Así que Mónica Sánchez Escuer me presentó una idea muy linda, la relación de una niña con su sombra. Es sobre el conflicto entre ellas y de cómo Ana siente nostalgia por su país y desea regresar, pero su sombra no, sin embargo se da cuenta que sin el cuerpo de Ana desaparecerá. No hablamos solamente de fronteras geográficas, sino también de fronteras raciales, sociales, culturales, de fronteras internas”, explica en entrevista Gabriela Ortiz.

Añade que si bien es una ópera para niños, se plantean dilemas del ser humano. “Hay fronteras individuales, son estas ideas entre lo que debemos hacer y lo que realmente queremos hacer, todos vivimos luchas internas. La ópera habla de todos estos temas y no se limita nada más al sentir de los mexicanos”, dice la compositora.

La trama sigue siendo un tema fundamental en las sociedades del mundo que por conflictos internos las personas deben huir de sus países y por
la aparición de personajes como Donald Trump:

“Cuando hablamos de un país con un problema racial permanente, podemos comprender que exista alguien como Trump; pero no podemos olvidar que en Europa también hay problemas de fronteras, es muy triste ver cómo la humanidad no ha aprendido”, dice la artista.

El elenco y los músicos de Inner Pulse Ensamble son jóvenes, por lo que, sostiene Ortiz, se ha dado una frescura al montaje. “Ha sido todo un aprendizaje trabajar con gente tan joven porque están entusiasmados, el casting ha sido perfecto porque estamos hablando una ópera para niños. Además Luis Martín Solís es un experto en el género y en el teatro de sombras, habrá muchas proyecciones y tendrá un trabajo visual muy interesante y creativo”.

Escribir para niños implica para ella el mismo compromiso que escribir para adultos. “No puede haber concesiones, se trabaja siempre con la misma calidad. Lo que sí es cierto es que no tiene una estética compleja y abstracta, pero mi música tampoco la tiene; mi música está al servicio del drama y de lo que está pasando escénicamente”.

De acuerdo con Ortiz, quien es una de las compositoras más relevantes de su generación y con una de las carreras internacionales más importantes, estrenar una ópera en México es casi imposible: “No existen compañías de ópera para estrenar, se pueden escribir de pequeño formato y buscar quién las estrene, pero montajes de gran formato es realmente muy difícil. Se tiene que empezar a desarrollar el género, tomar riesgos porque de lo contrario nos quedaremos estancados. Escribir ópera en México es estar solo contra todo. Hace muchos años que la Ópera de Bellas Artes no comisiona una ópera, hay un vacío de casi 30 años, los que escibimos somos realmente muy pocos. El panorama es prácticamente inexistente”.

La ópera se estrena el 8 y 9 de octubre en el Auditorio de Minas, en el Festival Internacional Cervantino que este año tiene como países invitados a Chile, Colombia y Perú, junto con el estado de Morelos.

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