David Garrett, por los cielos

Hace unas semanas desaparecieron de Internet todos los datos acerca de la venta de boletos para asistir a los conciertos del violinista alemán David Garrett en el Palacio de Bellas Artes, pero ya reaparecieron. Y sí, es verdad: el intérprete que dice ignorar a todos aquellos que lo critican por tocar a Beethoven y a Coldplay en el mismo concierto y que se ha presentado en México desde 2012 en el Auditorio Nacional ofrecerá cinco fechas en el recinto de mármol. Nos comentan que no sólo su presencia causa sorpresa, también los precios que están por los cielos: mil 500 pesos los más baratos y si los compra en el sistema de boletos, súmele $266; y 4 mil los más caros y hasta 4 mil 500 si los adquiere en línea. Nos aseguran que esos costos son una locura para un teatro como Bellas Artes, un espacio público, administrado por una instancia federal. El show del llamado “violinista más rápido”, dicen, será el siguiente escándalo del medio cultural.

Descuido de vestigios en el Centro

Con bombo y platillo fueron inauguradas este lunes dos nuevas ventanas arqueológicas en el Centro Histórico. Para que los vestigios de ese Gran Basamento que formaba parte del recinto sagrado de la antigua Tenochtitlan sean conservados, los especialistas que las diseñaron colocaron equipo especializado para controlar la humedad y así evitar que crezca vegetación en los muros y paredes, según explicaron. No hay duda de que estos vestigios lucen en su esplendor, pero también, nos hacen notar, sería un buen momento para que las autoridades o especialistas volteen los ojos hacía el resto de las ventanas arqueológicas que hay en el centro y que con frecuencia lucen descuidadas, con basura y hasta inundadas de vegetación. No más hay que darse una asomadita a las que están frente a la Catedral Metropolitana para comprobarlo, nos dicen.

Conferencias de “prensa” con invitados “especiales”

Las conferencias de prensa para anunciar exposiciones se están volviendo multitudinarias. Ahora tocó turno a la de Stanley Kubrick: La exposición, en donde hubo coctel y decenas de invitados especiales y, por ahí, regaditos, uno que otro reportero. Nos cuentan que a muchas personas les tocó su kit de prensa, pero hubo un par de representantes de medios de comunicación que no lo recibieron porque, les dijeron, no confirmaron su asistencia. El problema, nos dicen, es que no todos recibieron la misma invitación, pues la Secretaría de Cultura mandó una y los de Comunicación Social de la Cineteca Nacional enviaron otras a quién sabe quién. Que haya invitados que saturan los espacios y que repartan sin tino los materiales creados específicamente para su difusión no parece escandalizar a nadie. La sala 10 estuvo atiborrada y, nos cuentan, por un momento varias personas se sintieron peor que en la presentación de Barbara Kruger. Hasta nos aseguran que hubo rechiflas porque la presentación se retrasó 30 minutos, como es costumbre. Vaya invitados.

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