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Hay muchos niños a los que les duelen las piernas, los brazos, o una parte de la espalda. Generalmente ocurre al terminar de hacer deporte y relajarse, o bien durante la noche. Se trata de dolores que les duran unos minutos y que son bastante molestos para ellos. No obstante, suelen ser benignos y remiten con el tiempo, unas seis semanas como máximo, aunque pueden volver a repetirse a lo largo de la infancia. En cualquier caso, siempre es conveniente consultarlos con el pediatra.
En una entrevista con Infosalus, la traumatóloga de la sección infantil del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, Azucena García Martín, explica que, en realidad, no son dolores óseos, sino musculares. Se trata de dolores que padecen los niños en el crecimiento y son frecuentes, además de que suelen ser temporales, benignos y transitorios. Ocurren en un 30% de la población infantil en algún momento de su crecimiento y desarrollo.
"Los dolores de crecimiento son en realidad espasmos musculares que ocurren cuando el niño se relaja tras el deporte, o duerme. Muchas veces, estos se despiertan llorando porque les duele la pierna, y en cuanto los padres les dan un masaje o una crema desaparecen. Esto puede ocurrir durante un periodo corto de pocos días hasta las cuatro o seis semanas. Los dolores se localizan un día en una pierna, otro en la espalda, otro día en un brazo, mientras que otro en la otra pierna. Son aleatorios y no siempre suceden en la misma parte del cuerpo", aclara la especialista.
En concreto, describe que se trata de dolores "simétricos", ya que aunque no ocurren a la vez, sí afectan a ambas extremidades; son "erráticos", dado que no siempre se suceden en el mismo segmento óseo; suelen ser "benignos", no representan una patología; a la vez que "transitorios", ya que se acaban pasando. "Al mes, mes y medio suelen desaparecer, aunque con el tiempo pueden volver a tener lugar en el menor", añade.
NO ES UNA PATOLOGÍA
Así, García Martín insiste en que el "dolor del crecimiento" no es una patología, es más un "diagnóstico de exclusión", es decir, aquel que se da cuando se ha descartado que existan otras complicaciones o patologías más graves. En este sentido, la traumatóloga precisa que hay que descartar otras entidades como los tumores óseos o las 'osteomielitis' o infecciones del hueso.
"Los dolores que en principio se consideran benignos son simétricos, erráticos, un día tienen lugar en una rodilla, y otro en la espalda, por ejemplo. No están localizados siempre en el mismo segmento del hueso y ocurren en una pierna o en la otra. Otra cosa es cuando el niño se queja siempre del mismo sitio. Entonces hay que ver si hay un aumento en el volumen de la zona, o si hay fiebre por ejemplo. Sólo entonces habrá que proceder con otras pruebas para descartar que se trate de mayores complicaciones", señala.
A su juicio, nunca se pueden minusvalorar los dolores en los niños. Por ello, destaca la especialista del Gregorio Marañón, es importante siempre consultar con el pediatra. "Éste valorará si son dolores que ocurren de forma espasmódica, durante el sueño, si son simétricos, o tienen lugar en distintas localizaciones y momentos", agrega la doctora García.
LOS DOLORES ÓSEOS
Aunque los dolores de crecimiento de naturaleza muscular sean los más frecuentes, la especialista también avisa de que los niños pueden sufrir las 'osteocondrosis' o dolores que se producen en los núcleos de 'osificación secundario', las zonas por donde el hueso crece.
"El núcleo de osificación primario es la estructura del hueso. Después, están las zonas de crecimiento. Así, entre el primero y el segundo hay una zona de cartílago de crecimiento. Por eso es muy típico el dolor en el talón en los niños de nueve años. Hay un núcleo de osificación en la apófisis posterior del calcáneo, justo donde se inserta el tendón de Aquiles, de manera que cuando el niño corre y juega está traccionando sobre ese núcleo y la zona cartilaginosa (la que permite crecer al niño) provocándole el dolor", resalta.
Lo mismo ocurre en la cara anterior de la tibia, en edades entre los 11 y los 14 años, con el dolor en el núcleo de osificación de la tuberosidad tibial anterior, donde se inserta el tendón rotuliano. "Se trata de un malestar que aparece después de que el niño haya hecho algún tipo de ejercicio. Es ahí cuando tracciona el tendón, tracciona directamente sobre el área de crecimiento y sobre este núcleo de osificación , y por eso posteriormente le duele", recuerda la experta del centro hospitalario madrileño.
Por otro lado, señala que hay un grupo de dolores óseos que son "muy intensos" y de origen tumoral, aunque "muy poco frecuentes" en la población pediátrica. "Por eso cualquier cuadro debe valorarlo el pediatra, por si hay que hacer pruebas complementarias", apostilla García.
¿Cómo mejoran este tipo de dolores? La doctora García Martín subraya que este tipo de dolores mejoran con el hielo, con reposo deportivo, con estiramientos, o dando ibuprofeno a los niños, "pero siempre bajo prescripción médica". "Cuando se fusiona el núcleo de osificación desaparecen", sentencia.
jpe