Pareciera como si el elixir de la vida o de la inmortalidad estuviera reservado para las mujeres, porque tienen cuatro veces más probabilidades que los hombres de llegar a cumplir 100 años.
Un reciente estudio publicado en la revista Journal of the American Geriatrics Society concluyó no solo eso, sino que la cantidad de mujeres que vivían hasta los 100 aumentó en un 50% entre 1990 y el 2013, frente a un aumento del 30% en los hombres.
Lo más curioso es que ellas, rara vez, llegan a mayores cargadas de enfermedades graves como el cáncer, pero en cambio lo hacen muy golpeadas por fracturas óseas, incontinencia o discapacidades como pérdida de la visión o la audición, dicen los investigadores británicos.
Carlos Cano, geriatra, director del Instituto Envejecimiento de la Pontificia Universidad Javeriana considera que este es uno de los temas que más interesa en su rama y asegura que la razón más certera de la longevidad femenina es el componente genético y hormonal, por eso, las mujeres salen ganando en este caso.
Pero cuando los estrógenos que acompañan a las mujeres declinan en la menopausia, las enfermedades no demoran en aparecer. Aunque científicamente dicho efecto se ha intentado compensar con terapias de reemplazo hormonal, estas implican riesgos como el cáncer.
“Hemos hecho estudios, con la investigadora Cecilia de Santa Cruz, de personas que llegan a los 100 años y es impresionante porque por cuatro mujeres hay un solo hombre. También encontramos que ellas llegan más afectadas en su funcionalidad”, agrega el geriatra.
No obstante, en la longevidad influyen, aclara Cano, factores ambientales que pueden aumentar o disminuir las posibilidades de que las personas desarrollen más o menos enfermedades.
Análisis revelan que las mujeres mayores de 60 años son más hipertensas que los hombres y presentan otros problemas como diabetes, lo que las hace llegar a tener limitaciones en su vejez.
A su turno, Iván Darío Escobar, internista y endocrinólogo, agrega que en la época del paleolítico, la mujer anciana era muy importante para el cuidado y la crianza de la familia y quizás por esto la “evolución” le dio la posibilidad o la ventaja de vivir más años. Mientras tanto, el hombre era quien salía a buscar la comida y estaba más expuesto al peligro.
“Otro factor que podría influir en este hecho es que la mujer es más activa en el cuidado de su salud y asiste más al médico o a los servicios de salud que el hombre. Esto probablemente le da ventaja por la detección temprana de enfermedades y el tratamiento oportuno de ellas”, dice el internista.
Envejecer mejor
Escobar considera que en una buena vejez son determinantes los hábitos de ejercicio, alimentación y cuidados que hay desde el vientre.
“Muchas enfermedades como la obesidad, la diabetes y los problemas crónicos no transmisibles se gestan desde la vida intrauterina de acuerdo con las condiciones de vida de la materna y a los cuidados que mantenga”, asegura.
Sin duda, se garantiza calidad de vida con una alimentación protagonizada por lactancia materna (los primeros meses de vida), frutas, verduras y legumbres, granos enteros, carne, pollo, pescado, huevos y leche baja en grasa. Cano, por su parte, sugiere que se tomen acciones preventivas en política pública para que las personas de la tercera edad reciban atención y controles periódicos de calidad que permitan detectar a tiempo enfermedades.
El papel de las emociones en la longevidad femenina
La psicóloga clínica, Ana María Fonegra, asegura que desde el punto de vista emocional varias cosas convergen para que la mujer viva más años que el hombre. Advierte que, por asuntos hormonales, ellas son más precavidas que los hombres, porque mientras la testosterona en el género masculino está asociada al mayor riesgo de lanzarse a hacer las cosas, ellas calculan más sus decisiones.
“Además, tenemos mayor facilidad para registrar las sensaciones corporales y detectar si algo anda mal con nuestra salud física y mental, para tomar acciones a tiempo”, dice.
La sensibilidad y la capacidad de mantener vínculos sociales juega a favor de las mujeres a la hora de vivir con plenitud. En una pareja de adultos mayores, por ejemplo, son más altas las posibilidades de que la mujer sobreviva a la muerte de su marido y no viceversa. Fonegra considera que ellas se acostumbraron a llevar encima la administración del hogar, el cuidado y la protección de esposo e hijos, mientras que ellos, muchas veces, no saben cómo hacerle frente a la vida y pierden el sentido de lucha.
kal