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Es voraz. La Eichhornia crassipes puede duplicar su masa en tan sólo seis días y rápidamente cubrir un cuerpo de agua con un camuflaje verde que lo hace parecer, desde la distancia, como un mullido prado. La postal puede parecer hermosa, pero los efectos de la rápida reproducción del lirio no lo son.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) cataloga al lirio acuático como maleza, pues mediante su rápida multiplicación impide el libre paso del sol y el oxígeno afectando la supervivencia de animales y plantas que comparten su ecosistema. Inhibe el crecimiento del fitoplancton causando, a su vez, una reducción en la densidad poblacional de zooplancton que afecta directamente la cadena alimenticia. Mediante el libre paso del agua en canales y represas, también puede ser la causante directa de sedimentación e inundaciones.
Su crecimiento es favorecido por fuentes hídridas ricas en nitrógeno, fósforo y potasio. Se estima que el lirio acuático, también conocido como violeta de agua, ninfa, tamborcillo o pico de pato (entre muchos otros apelativos), cubre alrededor de 40 mil hectáreas de cuerpos de agua en el país. La historia de esta planta conformada en un 95% por agua es longeva: una vez liberadas sus semillas en un ecosistema pueden permanecer en él durante veinte años.
Caminar a contracultura
El doctor Ernesto Favela Torres, especialista en microbiología del Departamento de Biotecnología de la UAM- Iztapalapa se ha dedicado durante varias décadas al estudio de esta planta. Actualmente esta institución es el líder técnico de un proyecto a nivel internacional donde participan varias entidades académicas del país para lograr desarrollar una serie de proyectos que buscan convertir el lirio en diversos productos que ayuden al control sustentable de sus poblaciones.
El investigador explica que el lirio representa grandes cantidades de materia orgánica cuya movilización es muy cara. Se calcula que quitar una hectárea de esta planta cuesta alrededor de cien mil pesos. Favela Torres señala que como no hay políticas formales para su manejo, se realizan algunas estrategias de eliminación pero principalmente en cuerpos de agua productivos, como sitios navegables o plantas hidroeléctricas, lugares que simplemente no podrían seguir trabajando bajo la proliferación del lirio. “Sin embargo en los cuerpos de agua no productivos, no hay ninguna estrategia de control y esta planta genera problemas de deterioro y modificación negativa de los ecosistemas”, apunta.
“En la UAM formalmente se inició con estas investigaciones hace ocho años, mediante una convocatoria internacional de un Fondo del CONACYT que involucraba a México y otros países. Nosotros hicimos una propuesta trabajando con Francia y España, pues aunque el lirio tiene una problemática particular en países tropicales, de donde es su origen, ahora también les empieza a preocupar alos europeos, quienes consideran que representará un problema a mediano plazo”.
El objetivo de estas investigaciones es hacer del lirio acuático un recurso. “Lo que nosotros proponemos es desarrollar una estrategia de manejo sustentable del lirio acuático para no verlo como un problema, sino como un insumo. En la agricultura el hombre busca lograr cultivos de rápido crecimiento y el lirio es uno que sin ayuda se multiplica velozmente”. De esta forma, y entendiendo las virtudes de esta masa orgánica, los investigadores involucrados en los proyectos han creado una serie de alternativas que van desde la producción de fertilizantes y combustibles hasta nanopartículas.
El especialista señala que según las características específicas de cada una de las poblaciones de la planta, se puede determinar su utilidad. “En cuerpos de agua donde hay contaminación con metales pesados o microorganismos patógenos, el lirio tendrá un uso específico y no podrá ser destinado a productos desarrollados para consumo animal o humano”.
Así se tiene que diseñar estrategias de aprovechamiento sustentable también en relación directa con las características del entorno. “No se trata tanto de crear un negocio del insumo, ni mucho menos de erradicarlo totalmente”, apunta. De esta forma, diversos grupos de investigadores trabajan de acuerdo a sus competencias y recursos hídricos. Hay un grupo de la Universidad de Guadalajara (UdeG) que tiene como lugar de estudio el Lago de Chapala. En este lugar el fósforo de los detergentes y el nitrógeno de los fertilizantes, sustancias que se encuentran en las aguas del lago, han facilitado la proliferación de la planta.
En el caso de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco (UJAT) trabajan con varios canales de agua cerca de Villahermosa que son utilizados para riego pero que están aumentando sus poblaciones de lirio acuático. “Aquí la alternativa es el composteo, pero también hay otros sitios de este estado en que el lirio puede ser utilizado para ayudar a controlar derrames propios de la industria petrolera. Esto se hace precisamente en Tabasco porque los problemas de contaminación por hidrocarburos están en las zonas petrolíferas”. Este uso del lirio se debe a su habilidad para absorber diversos elementos como una especie de esponja natural.
Otra de las ramas con más avance reportado es la producción de etanol, un compuesto químico que se obtiene a través de la fermentación de los azúcares y que deriva en un biocombustible. En Veracruz, el Instituto Tecnológico Superior de Tierra Blanca (ITSTB), asociado también al proyecto de la UAM, actualmente tiene un proyecto enfocado precisamente a la producción de este combustible. Encabezado por el especialista en biotecnología Ricardo Hernández, este proyecto busca aprovechar los recursos del lirio que crecen en los afluentes de la Cuenca del Papaloapan y trascender los estudios a nivel laboratorio. Esto es posible porque esta planta representa una biomasa con altos contenidos de compuestos lignocelulolíticos, necesarios para la degradación de compuestos que conllevan a la producción del etanol, que no sólo se puede ocupar como combustible, pues es un producto también con diversas aplicaciones en la industria farmacéutica.
De Xochimilco al mundo
Favela Torres señala que en la Ciudad de México trabajan in situ con la planta en las instalaciones del Centro de Investigaciones Biológicas y Acuicolas de Cuemanco (CIBAC), el lugar donde la UAM también participa en el proyecto de rescate del ajolote. “Trabajamos básicamente dos cosas en Xochimilco: producción de biogás y composta”. Para el primero, los especialistas extraen el lirio de los cuerpos de agua y separan la materia líquida y sólida para tratarlas por separado, pero con un mismo objetivo: la obtención de biogás. El estudio lleva más de un año a nivel laboratorio y se acaba de incorporar en un área de 200 metros cuadrados en los canales de Cuemanco.
La otra actividad tiene que ver con el composteo y el vermicomposteo. El composteo en general tiene que ver con microorganismos, se trata de una microbiota muy compleja constituida por diferentes tipos microbianos . La vermicomposta es la que se realiza mediante el trabajo de la lombriz roja californiana. Este animal permite un producto de mayor calidad y con valor agregado. A nivel internacional, con la UAM participa desde Francia, el Instituto de Investigación para el Desarrollo (IRD). “Esto no involucra actividades de lucro. Nuestro interés es vincularnos a las comunidades cercanas y medir sus necesidades en relación a los cuerpos de agua que los rodean para ofrecer alternativas que ellos mismos puedan desarrollar”, señala Favela Torres, y especifica que esto se puede lograr mediante programas de formación con diferentes grados de tecnificación, según las posibilidades de la misma comunidad , así como de quienes los pueden asesorar en el proyecto.