Uno de los grandes interrogantes de nuestra especie es cuál es el tamaño del Universo y qué tan lejos se encuentran las estrellas.

En la antigua cultura griega, y durante mucho tiempo, se pensó que las estrellas estaban fijas alrededor de la Tierra en una esfera que cerraba la estructura de más esferas, cada una con los diferentes planetas. En la esfera de las estrellas se contaban mil 22 astros, que corresponden al catálogo establecido por Ptolomeo en el siglo II. En este modelo geocéntrico, que sobrevivió hasta la Edad Media, la Tierra tenía una posición privilegiada justo en el centro.

Desde entonces, nuestra visión del cosmos ha dado un gran salto y ahora contamos con varias formas de medir la distancia a objetos en el universo, lo que se conoce como escalera de distancias cósmicas.

La distancia a estrellas cercanas se midió por paralaje trigonométrico. Este complicado nombre hace uso de un sencillo principio ideado por Aristarco de Samos hace más de dos mil años y que, curiosamente, solo le permitió concluir que las estrellas estaban infinitamente lejos.

Para entender el paralaje podemos colocar un dedo entre nuestros ojos y este texto. Viendo solo por un ojo comprobaremos que el dedo cubre una parte del texto y al ver únicamente por el otro ojo, nuestro dedo habrá saltado hasta cubrir otra parte del texto. Entre más cerca esté el dedo de nuestros ojos, mayor será su desplazamiento aparente sobre el texto de fondo.

Aplicado al cosmos, el paralaje estelar nos permite medir distancias a estrellas cercanas en nuestra galaxia si hacemos observaciones desde dos sitios diferentes y medimos el cambio en la posición de las estrellas en cada lugar. Pero ¿qué sucedió entonces para que Aristarco no encontrará ningún desplazamiento de las estrellas?

El problema es que el movimiento aparente de las estrellas solo es perceptible con telescopios. Solo desde 1838 se midió con éxito la distancia a una estrella y se abrió el camino para darnos cuenta de las escalas interestelares.

Lo consiguió el astrónomo autodidacta Friedrich Bessel, quienencontró que la distancia a la estrella 61 Cygni era 650 mil veces mayor que la distancia al Sol. Este fue reconocido como el mayor triunfo de la astronomía práctica y representó un inicio, aunque luego hubo que idear nuevos métodos para medir distancias a objetos cada vez más lejanos.

kal

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