Los astronautas residentes en la Estación Espacial Internacional (EEI) empezaron esta semana a degustar su propia lechuga, una hortaliza fresca y crujiente que sembraron y cosecharon en su jardín espacial.
Esto es posible gracias al llamado "Veg-01" o "Veggie", un sistema con microgravedad que funciona como huerto.
El proyecto se orienta a investigar cómo se podría lograr el cultivo de alimentos para futuras misiones prolongadas.
Esta “granja” registró su primer cultivo hace un año, pero los astronautas no lo probaron, sino que antes recolectaron una muestra, la congelaron y la enviaron a la Tierra para su análisis. En ese momento, la mayor preocupación era que pudiera contener bacterias nocivas para las personas.
Tras su evaluación en laboratorios terrestres, los microbiólogos detectaron que la lechuga espacial poseía microbios muy similares a los de otro grupo de lechugas cosechadas aquí en el planeta como “grupo control”.
Además, como era de esperar, se comprobó que el alimento estaba libre de químicos.
Para satisfacción de los astronautas, también se observó que no contenía patógenos ni otro tipo de contaminantes.
Gioia Massa, líder del proyecto en la agencia espacial NASA, dijo al portal New Scientist que las “hortalizas están más limpias que cualquier otra que se encontraría en un supermercado”.
¿Requisitos para su consumo? Massa dijo que solo limpiarlas con toallitas desinfectantes. “Lo último que quisieras tener en el espacio es una intoxicación por comida”, bromeó Massa.
La investigadora reconoció que uno de los principales retos era ver cómo cambiaba la textura de las plantas cuando no tenían que luchar contra la gravedad. “En su momento, creímos que no iban a ser tan crujientes como las de la Tierra, pero parece que son casi lo mismo”, añadió.
Solo la mitad de la lechuga podrá ser ingerida por los astronautas. La otra mitad será enviada a la Tierra para continuar con los análisis y experimentos.
Los siguientes en la lista de alimentos a sembrar son tomates y pimientos enanos.
kal