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ruben.migueles@eluniversal.com.mx
La población a nivel mundial tiende a envejecer con implicaciones económicas, sociales y de políticas públicas, y México no es la excepción. Hoy, en el Día Mundial de la Población, el diagnóstico es claro. Mientras la participación infantil y joven disminuye, el porcentaje de adultos mayores sube, según proyecciones del Consejo Nacional de Población (Conapo).
El Conapo estima que en 2017 residen en el país 123.5 millones de personas. Por sexo, el porcentaje de mujeres (51.2%) es ligeramente mayor al de hombres (48.8%), y por edad se observa que hay una gran cantidad de niños menores de 15 años (33.3 millones) y jóvenes de 15 a 29 años (31.9 millones).
Si bien es cierto que estos grupos de edad concentran poco más de la mitad de la población total (52.8%), también es cierto que su participación relativa ha disminuido con el tiempo. Entre 1990 y 2017 el porcentaje de la población infantil pasó de 37.9% a 27%, mientras que la proporción de jóvenes disminuyó de 29.7% a 25.8%.
La reducción ininterrumpida de la fecundidad desde finales de la década de los sesenta y el aumento de la esperanza de vida han generado una base piramidal cada vez más angosta y una proporción cada vez más alta de adultos (de 30 a 59 años) y adultos mayores (de 60 y más años). Los primeros incrementaron su porcentaje de 26.0% a 36.7% entre 1990 y 2017, mientras que en las personas de 60 y más años pasaron de 6.4% a 10.5% en el mismo periodo, y se espera que en 2050 totalicen 32.4 millones (21.5% de la población total).
“El envejecimiento de la población está a punto de convertirse en una de las transformaciones sociales más significativas del siglo XXI, con consecuencias para casi todos los sectores de la sociedad, entre ellos el mercado laboral, el financiero y la demanda de bienes y servicios, así como para la estructura familiar y los lazos intergeneracionales”, advierte un análisis elaborado por la Organización de la Naciones Unidas.
Otro proceso demográfico vinculado a los cambios en la estructura por edad tiene que ver con el aumento relativo de la población en edades potencialmente activas (bono demográfico). Lo anterior se puede percibir cuando se analiza la tendencia a la baja de la razón de dependencia demográfica, la cual expresa el número de dependientes económicos (0 a 14 años y 60 y más años) por cada 100 personas en edad de trabajar (15 a 59 años).
Entre 1970 y 2017 la razón de dependencia demográfica pasó de 107.6 a 59.9 dependientes por cada 100 personas en edades activas. Se prevé que en los próximos años este indicador siga bajando, haciendo más patente el incremento relativo de la población en edad productiva.
De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), “una mejor educación y empleo para los jóvenes son la clave para aprovechar el bono demográfico”. Sin embargo, este es uno de los principales rezagos que padece el país.
En México, al cuarto trimestre de 2016, 2.4% de la población de 6 a 14 años y 32.5% de la población de 15 a 19 no asiste a la escuela, de acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo. Por otra parte, la mayoría de los jóvenes de 25 a 29 años sabe leer y escribir un recado (98.5%); sin embargo, sólo la mitad (49.7%) cuenta con algún grado de educación media superior y superior.