La renegociación del TLCAN está de nueva cuenta en la mesa, ya que cada vez que hay elecciones en los Estados Unidos, algún grupo, partido o candidato lo plantea, más como estrategia de campaña que como una política firme.

En esta ocasión el candidato republicano Donald Trump, con un discurso radical, ha incluso propuesto abandonar el tratado (acuerdo en el entramado jurídico norteamericano), en una suerte de USXIT.

Sin embargo, con las declaraciones de la candidata demócrata Hilary Clinton de también, en su momento, renegociar el TLCAN y a su vez de la Canciller Mexicana Claudia Ruiz Massieu, de entrarle a renegociación —esta última como una estrategia anticipatoria que busca dar señales de que México tampoco está conforme con algunos de los resultados que se han obtenido—, el tema ha dejado los terrenos declaratorios y de simple promesas y pasado a un terreno más serio de analizar y evaluar entre los tres países, en una posición de iguales, uno de los principales acuerdos comerciales en el mundo.

Desde sus negociaciones y a lo largo de su existencia, el TLCAN ha sido percibido como una gran amenaza a la par de ser una gran oportunidad. El meollo del asunto descansa en qué realmente ha significado para cada país.

En este contexto la posible renegociación del TLCAN debe ser vista por nuestro país como una oportunidad. A diferencia de hace más de 22 años cuando se negoció, hemos adquirido experiencia, pero sobre todo contamos con suficientes elementos para evaluar qué hicimos mal y corregir esas deficiencias.

Si bien México tuvo una gran capacidad de negociación “hacia afuera”, la gran oportunidad que se nos vuelve a presentar es ahora hacerlo “hacia adentro” y generar cadenas productivas sólidas.

En su momento nunca se incluyeron temas cruciales como migración, inversiones, tecnología innovación, entre otros capítulos básicos. Las amenazas reales no se encuentran en la estructura e infraestructura que ha construido México para el comercio exterior, sino en los problemas a su interior que impiden transformar las amenazas en oportunidades.

Ahora bien, las premisas de la renegociación del lado norteamericano dependerán del gobierno que se erija. En el caso de un gobierno encabezado por Trump, la postura sería hacia modificar las condiciones que están afectando a los norteamericanos, en especial en su soberanía económica y su seguridad, así como las que le han costado más empleos.

Para un gobierno demócrata, se puede anticipar que las premisas renegociadoras del gobierno de Clinton se inclinarían hacia replantear los actuales sectores en disputa y los que están relacionados con las acusaciones de que México está cometiendo una especie de dumping laboral y medioambiental.

En el caso de la postura renegociadora de México, es de esperar que estas apunten hacia resolver favorablemente las actuales disputas y controversias, así como las que impactan a los sectores considerados como estratégicos para nuestro país.

En este contexto, los sectores más evidentes a renegociar, son los que están causando o han causado disputas como, el azúcar, el atún y el cruce de autotransporte, así como otros sectores que representan la mayor parte de las exportaciones de México como el sector eléctrico-electrónico y el automotriz.

La renegociación del TLCAN es inminente y en su momento México deberá estar preparado con grupos de trabajo conformados por líderes industriales, académicos y gobierno para defender sus intereses en temas clave como turismo, transporte, manufacturas, servicios financieros, sector agropecuario y agroalimentario.

Sin embargo, es de destacar que la desventaja de nuestro país ante una renegociación del TLCAN, es que no se ha conformado una plataforma productiva de alto valor agregado, debido a la ausencia de una política industrial verdadera.

En este tenor, se requiere una política de Estado con una visión integral, que a su vez distinga las principales capacidades y potencialidades de las regiones económicas del país, particularizando los proyectos y políticas de fomento, dado que en cada región tiene sus propias dotaciones, condiciones, ventajas y desventajas.

La renegociación deberá ser acompañada de la política industrial, que a su vez sea una política de desarrollo de Estado y de largo plazo. El horizonte de acción es amplio y los objetivos claros: crecimiento sostenido, generador de empleo y bienestar.

Sólo así podremos obtener el mejor provecho del tratado y avanzar hacia instancias más sofisticadas como un TLCAN de cuarta generación. Es el momento oportuno, preparemos dentro del gobierno como las empresas todas las acciones que debemos realizar… ya.

Presidente de Consultores Internacionales S.C.

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