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Con la finalidad de crear un sistema de manejo de insolvencia en las empresas, el 10 de enero de 2014 entró en marcha la nueva Ley de Concursos Mercantiles.

La nueva norma tiene como objetivo conservar a las compañías y evitar que el incumplimiento de sus obligaciones de pago ponga en riesgo su operación y la de las otras empresas con las que mantiene una relación de negocios.

La Ley de Concursos Mercantiles también fue diseñada para garantizar la protección a los acreedores frente al detrimento del patrimonio de las empresas en concurso.

De acuerdo con el Instituto Federal de Especialistas de Concursos Mercantiles (IFECOM), el concurso mercantil consta de dos etapas sucesivas: conciliación y quiebra.

Durante la conciliación se busca la conservación de la empresa mediante un convenio previo suscrito con sus acreedores. Una vez declarado el proceso mediante un convenio suscrito con los acreedores, se inicia una etapa en donde la compañía y sus acreedores, con la participación de un conciliador, tratan de buscar una salida para la empresa.

“Al concurso pueden acceder las empresas que tengan vencidas más de 35% de sus obligaciones o que no tengan activos de fácil realización para cubrir 80% de sus obligaciones vencidas. La declaración de concurso la realiza un juez federal. En la etapa de conciliación el objetivo principal es la consecución de un convenio entre la empresa y sus acreedores, el cual puede contemplar una reestructura administrativa y/o financiera, con la concesión de quitas o esperas por parte de los acreedores; así como la inyección de recursos frescos por parte de los accionistas”, explica el abogado especialista en concursos mercantiles, Jorge Espíndola.

La declaración del proceso se puede dar a solicitud de los propios acreedores o cuando lo pide la propia empresa. En la etapa de conciliación, las deudas de la empresa se cierran, se convierten a UDIs y dejan de causar intereses. Además, la empresa suspende el pago de las deudas contraídas antes de la declaración del concurso mercantil y solo paga las deudas que adquiere después de la declaración del concurso, con lo cual adquiere liquidez inmediata.

Otro beneficio de entrar en concurso mercantil, es que se suspende todo mandamiento de embargo y de ejecución contra los bienes de la empresa, con lo cual la compañía se puede concentrar en su administración y reestructura financiera.

Si la empresa y los acreedores no encuentran una salida o llegan a un acuerdo, se pasa a la segunda etapa que es la quiebra, donde se liquida a la empresa para pagarle a los acreedores con el dinero obtenido de los bienes liquidados.

“En la etapa de quiebra, los trabajadores, la parte que corresponde a los créditos de protección constitucional, que son los salarios devengados en el último año y las indemnizaciones, son los primeros en cobrar”, comentó Espíndola.

Durante el proceso de conciliación, los acreedores pueden solicitar el reconocimiento de sus créditos dentro de los primeros 20 días naturales.

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