No se puede resolver un problema sin comprenderlo. Y en México sabemos y comprendemos muy poco acerca de los homicidios.

Resulta evidente que los sistemas de seguridad y justicia no generan los datos necesarios para garantizar su óptimo funcionamiento. También se sabe qué tipo de información debería recabarse en cada tramo de los procesos de investigación y procuración de justicia. Sin embargo, la diversidad de factores y actores involucrados, así como su distinta naturaleza, plantean la falta de datos como un asunto complejo.

Esta complejidad implica muchos problemas sucediendo simultáneamente: la debilidad institucional, la corrupción sistémica, la falta de capacidades policiales, la subutilización de los recursos tecnológicos, las omisiones sobre el sistema penitenciario, y la urgencia de dignificar el servicio público, entre muchos otros factores. Pero en medio de todos estos elementos, hay algo claro: necesitamos más y mejor información.

Con el ánimo de contribuir a la discusión pública al respecto, el IEP publicó el Índice de Datos sobre Homicidios<http://economicsandpeace.org/wp-content/uploads/2018/08/Indice-de-Datos-sobre-Homicidios-2018.pdf> (IDH), un primer intento de evaluar la calidad e integralidad de los datos de homicidios a nivel estatal en México. El índice está basado en el Protocolo de Bogotá<http://conferenciahomicidiosbogota2015.org/wp-content/uploads/2015/11/Calidad-de-datos-entregable-ESPA•OL_SOLO_TXT.pdf>, estándar de registro de datos sobre homicidios desarrollado por un grupo de expertos internacionales para América Latina y el Caribe.

Los resultados del índice evidencian la necesidad de una mejora significativa en todo el país, pues ningún estado obtuvo una calificación superior a 6.5 de 10 en la evaluación. Algunos de los rubros que el protocolo recomienda registrar son: el lugar exacto y diversos detalles del hecho, tipo y características del arma utilizada para cometerlo, perfil físico y socioeconómico de la víctima y el victimario, así como establecer una definición clara y consistente de homicidio.

En términos generales, las entidades no registran suficientes datos alrededor de cada homicidio: la información sobre la víctima es poca, sobre el arma o modalidad del crimen está incompleta, y sobre el presunto homicida no se recaba nada. Ninguna de las bases de datos oficiales reporta si el homicidio está (o se cree que está) relacionado con crimen organizado. Con la guerra contra las drogas ahora en su duodécimo año, México necesita urgentemente un plan viable y efectivo para terminar con la crisis de homicidios. Sin embargo, sigue siendo difícil obtener y analizar información precisa sobre los diversos eventos de violencia y lo que se requiere saber para detenerlos.

El Índice de Paz México 2018 (IPM) obtuvo resultados mixtos sobre los temas de violencia en México. Al parecer, el crimen organizado y la guerra contra las drogas ya no explican toda la historia de violencia creciente en el país: por un lado, el aumento de la violencia con armas de fuego y de la proporción de homicidios con respecto al número de investigaciones, señala una tasa mayor de asesinatos masivos en 2017, y sugiere un crecimiento del crimen organizado. Por otra parte, la violencia creció en toda la sociedad, sugiriendo que nuestras interacciones cotidianas se han vuelto cada vez más violentas. Sólo por citar un dato: la violencia doméstica aumentó 36% durante los últimos tres años. En la ausencia de información detallada y precisa, es imposible examinar y entender las dinámicas e impulsores de las distintas manifestaciones de violencia y crimen, así como lo que se puede hacer para disminuirlos. Una mejor comprensión de los fenómenos delictivos, particularmente de los homicidios, podría incluso favorecer el diseño de la política social a nivel local, atendiendo y previniendo más eficazmente los factores que los causan.

Para mejorar significativamente la calidad de los datos sobre homicidios el IDH propone, al menos:

 1.  Contar los homicidios de forma similar en todos los estados. Incluir muertes causadas tanto por la policía como por el crimen organizado, y registrar por separado los homicidios en grado de tentativa.

 2.  Registrar a cada víctima individualmente. Incluso si existe más de una víctima por caso.

 3.  Recabar datos a mayor detalle en cada caso. Incluyendo ubicación precisa, motivo del ataque y la relación entre víctima y perpetrador.

 4.  Establecer un organismo de verificación de datos. Con servidores públicos y expertos de sociedad civil para corroborar que cada víctima sea contada y cada caso investigado.

 5.  Publicar datos en formatos de fácil uso y acceso. Para que académicos e investigadores puedan analizarlos y hacer recomendaciones.

El IDH está diseñado para proporcionar una referencia para los gobiernos estatales, brindar una herramienta de rendición de cuentas para la sociedad civil y, en última instancia, mejorar el desarrollo de políticas públicas más efectivas y basadas en evidencia. Entre las ventajas de un mejor registro de datos, se encuentra la posibilidad de una asignación más eficiente de recursos humanos y presupuestales hacia la prevención e investigación de los homicidios. También la oportunidad de diseñar estrategias regionales contextualizadas, que atiendan dinámicas específicas de este delito. Finalmente, una mejor calidad de información podría contribuir a una mejor impartición de justicia y a la reducción de los escandalosos niveles de impunidad en nuestro país.

Hoy, no sabemos a ciencia cierta cuántos muertos nos ha dejado esta crisis, ni tampoco quién los asesinó y por qué. Aunque el tamaño y complejidad del problema es enorme y no existen soluciones únicas ni mágicas, mejorar la calidad de los datos sobre homicidios definitivamente forma parte de los pasos que nos acercarán a la construcción de una sociedad más justa y pacífica.

Director en México del Institute for
Economics and Peace. El reporte
completo puede ser consultado
en www.indicedepazmexico.org

Google News

Noticias según tus intereses