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El 5 de junio de 2018, México se unió a un ejército de países que han decidido aplicar tarifas en represalia a los impuestos aplicados por Estados Unidos al metal y al acero. Los impuestos, dentro un rango de 15-25%, se aplicarán a comida, alcohol y metal. Se esperan alzas en los precios del jamón, el queso, las papas, las manzanas, derivados porcinos, así como del famoso whisky Bourbon. Estas tarifas serán impuestas cuando los bienes sean importados de Estados Unidos a México, resultando en un aumento de precio considerable para los consumidores de entre el 20-25%. Por ejemplo, si una botella de Whiskey (Bulleit) cuesta $415 pesos en Walmart, se espera que el precio suba a $518.
Así mismo, México ha impuesto tarifas de hasta 25% a material importado de Estados Unidos para la construcción, que incluye placas de acero, laminas cincadas, chapas laminadas, varillas corrugadas, y tubos de perforación. Estas alzas en precios afectarán directamente a las constructoras, no obstante, afectan indirectamente a cualquier consumidor. El alza de los impuestos en el mercado del metal termina por afectar a una gran variedad de productos, ya que el metal sirve como materia prima para la construcción de autos, aviones, equipo médico, y productos enlatados. Por lo anterior, podemos esperar un aumento en el costo de automóviles, boletos de avión, servicios hospitalarios, así como cervezas, alimentos y otras bebidas enlatadas.
Ni la demanda ni la oferta de estos metales cambiará de un día a otro, por lo que los fabricantes deberán seguir importando estos productos, transfiriendo a su vez el costo de los nuevos impuestos a los consumidores. Es así como, nosotros, los consumidores, terminamos pagando los costos de esta guerra comercial. Para parar esta inflación, México podría diversificar su estrategia comercial e importar productos de metal de India o Brasil. Actualmente México tiene acuerdos de comercio preferencial con Brasil y Japón. Sería beneficioso para el país considerar un tratado similar con la India.
Recientemente, México firmó el Tratado de Asociación Transpacífico (TPP) con once estados de la costa del Pacífico, incluyendo a Japón, y México ha sido el primer país de los once en ratificarlo. Este tratado trae esperanzas en este ambiente de proteccionismo y nacionalismo económico. Ahora es el momento de diversificar el comercio, iniciar nuevas negociaciones bilaterales e invocar los tratados de libre comercio existentes para poder satisfacer las demandas de agricultura y metal en México. Estas medidas asegurarán que los precios del mercado se mantengan estables y los consumidores en México no sean quienes paguen el precio de esta guerra comercial.
Profesora de Derecho, ITAM Universidad