Del dicho al hecho hay un trecho. Llega el tiempo de evaluar la ejecución de los principales proyectos transformadores del sexenio. Las cifras a proporcionar son aproximadas ya que el costo total de las emblemáticas obras efectuadas ha quedado reservado, arguyendo motivos de seguridad nacional.

El frustrado aeropuerto en construcción en Texcoco, el NAIM, diseñado por el galardonado Norman Foster, presupuestado en 285 mil millones de pesos con dos edificios terminales y dos satélites, con 95 puertas de embarque fijas y 68 puertas remotas, seis pistas de operación triple simultánea, capacidad de aterrizaje de más de1millón de aviones por año, fue cancelado mediante consulta popular de 184 mil votantes y reemplazado por el Aeropuerto Militar de Santa Lucía, transformado en AIFA, con costo original estimado de 115 mil millones de pesos, con capacidad de atender 2.4 millones de pasajeros anualmente, con 60 operaciones diarias, dos pistas para servicio civil y una para servicio militar, con 45 posiciones de embarque. Lo cierto es que se canceló la posibilidad de un gran aeropuerto, reemplazándolo por otro de medio pelo. En referencia al alto costo que significaba el NAIM: el costo final del AIFA ascendió a 175 mil millones, o sea, en torno a la construcción del AIFA se erogaron 389 mil millones. En tanto, el NAIM estaba presupuestado en 285 mil millones, habiéndose ya desembolsado 100 mil millones. Sal a la herida: A diciembre 2023 el gobierno había ya subsidiado al AIFA 2 mil 500 millones pesos, alcanzando apenas 5% del movimiento del –AICM– Benito Juárez. Cancelar y reemplazar al NAIM significó una obsesión personal del entonces presidente electo López Obrador, por encima de estudios técnicos de factibilidad, corridas financieras y opiniones de peritos. Esta decisión presentó de cuerpo entero a quién llegaba como Presidente de la República.

Refirámonos al Tren Maya, cuyo costo previsto oscilaba entre 120 y 150 mil millones de pesos y que de acuerdo al IMCO (Instituto Mexicano de Competitividad) terminará costando a final de sexenio alrededor de 516 mil millones de pesos, más de 3.3 veces lo presupuestado originalmente –pareciera que se lanzaron como el Borras–. Concluirá el sexenio sin operar la totalidad de estaciones del Tren Maya. En cuanto a la Refinería Olmeca, en Dos Bocas, inaugurada el 1 julio 2022 y aún no produce, con un presupuesto original de 8 mil millones de dólares, terminará costando más del doble, entre 16 mil y 17 mil millones de dólares –corroborado, se lanzan como el Borras–. AMLO al respecto: “Está tardando porque no son tamalitos de chipilín o guajolotas o tlayudas”.

Obviamente no alcanzamos un sistema de salud gratuito y mejor que el de Dinamarca –proponerlo fue una fantochada–, los 19 millones 100 mil mexicanos iniciales sin acceso a la salud en 2018, terminaron siendo 50 millones 400 mil a final de sexenio. La farmaciototota del Bienestar no ha resultado la panacea pregonada, es más, a partir de su inauguración los mariachis callaron.

Sexenio, por un lado, de cancelación de planes y proyectos, liquidación de instituciones y fideicomisos, castigo a presupuestos, escatimando en lo posible y por otro lado, dando prioridad a obras –hasta hoy improductivas– elegidas por un Presidente impositivo, con la consigna de que ¡Va porque va!

Analista político

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