Por José M. Hartasánchez Garaña, miembro del Comité de Tecnología del CICM

Una infraestructura bien planeada y diseñada puede ser un catalizador para el cambio social, económico y cultural, alineado con los valores, las metas y las aspiraciones de todos los mexicanos.

La planeación de la infraestructura es la herramienta más eficaz para proyectar el país que se desea, el mejor instrumento vehicular donde se materialice el proyecto de país que se quiere construir.

En todos los países la necesidad de infraestructura rebasa la disponibilidad de recursos por lo cual habría que buscar nuevas formar de asignar los recursos y buscar que las nuevas tecnologías nos ayuden a lograrlo.

México no es la excepción, uno de los grandes desafíos para construir la infraestructura que refleje el proyecto deseado para nuestro país son las limitaciones presupuestarias, por ello, sería conveniente estudiar una nueva forma de gestionar el presupuesto, que permita decidir de una manera más armónica, progresiva y con visión de mediano y largo plazo cómo podrían asignarse los recursos, que actualmente se hace por la naturaleza de los proyectos resultando un presupuesto para las carreteras, el agua, los ferrocarriles, los aeropuertos, etc.

La nueva forma que se propone es que las propuestas de infraestructura se reagrupen y se asignen prioridades proyecto por proyecto a lo largo del tiempo con dos criterios dominantes: la aportación al modelo de país buscado y la disponibilidad de financiamiento de fondos públicos, privados o mixtos.

Esta nueva forma de gestionar podría también cambiar el tamaño promedio de los proyectos substituyendo la ejecución de macroproyectos por proyectos pequeños y medianos que podrían alcanzar los objetivos propuestos de manera más eficaz con menores plazos de ejecución, menores mermas y corrupción, siempre consistentes con la visión a largo plazo.

La decisión en todo momento debería guiarse por una secuencia del siguiente tipo:

En primer lugar, al mantenimiento y rehabilitación de la valiosa infraestructura existente, donde gran parte de ella ha sufrido deterioro por el tiempo, el uso excesivo o la falta de inversión continua. Optimizar el funcionamiento de la infraestructura existente con tres actividades esenciales: 1.- Un plan de mantenimiento preventivo que se adelante al correctivo, 2.- Una auditoría, evaluación y programación de rehabilitación de la infraestructura existente, y 3.- Un sistema de eliminación de infraestructura inútil y costosa.

En segundo lugar, deberían programarse la infraestructura que impulsa los ejes económico y competitivo con perspectiva de corto, mediano y largo plazo, abiertos a la globalización y al comercio internacional, cuidando en todo momento la movilidad y conectividad regional. El carácter de estos proyectos hace factible su financiamiento público-privado con esquemas que generan beneficios directos e indirectos y que promueven inversiones privadas complementarias.

Las infraestructuras que favorecen el comercio, el transporte en todas sus manifestaciones como carreteras, ferrocarriles de carga, puertos eficientes, aeropuertos modernos, centros logísticos y corredores industriales, priorizando, al mismo tiempo las infraestructuras dirigidas a la investigación y la educación y la economía del conocimiento que aportarán la innovación que potencie el desarrollo económico del país. Este segundo bloque presupuestario tendrá otro origen de recursos asociados a la productividad económica de los proyectos y al plan nacional de desarrollo.

En lo que respecta a la movilidad se debe incluir infraestructura que haga de México un país más equitativo y eficiente, que cuente con un sistema de transporte público robusto y accesible compuesto por trenes de alta velocidad en distancias cortas, metros y autobuses eléctricos, zonas asignadas a bicicletas y motocicletas, que no solo reduzcan la congestión, sino que también prioricen las necesidades de las personas y el medio ambiente sobre los vehículos privados.

La conectividad regional tiene como objetivo contribuir al desarrollo regional equilibrado con infraestructuras que comuniquen e integren mejor las diferentes regiones del país, que faciliten un crecimiento más equilibrado en todo el territorio y permita acceder a oportunidades a las diversas regiones, de acuerdo con su vocación y activos locales hacia nuevos mercados

En tercer lugar, tenemos un objetivo prioritario para nuestro país: la equidad y la inclusión social, que en lenguaje de infraestructura es el acceso igualitario a servicios básicos como el acceso al agua potable, electricidad y saneamiento en todas las regiones, especialmente en zonas rurales y marginadas, así como infraestructura educativa y sanitaria de calidad que asegure una inclusión real de todos los ciudadanos, y se dote a la población de una vivienda accesible y bien comunicada con una oferta digna, accesible económicamente y comunicada con los centros de trabajo y servicios mediante un buen sistema de transporte, para aminorar la segregación regional y promover la cohesión social.

En cuarto lugar, están 3 tipos de infraestructura con objetivos también esenciales para México

  1. Sostenibilidad y medio ambiente.

Infraestructura verde con la creación de ciudades más verdes, con sistemas de transporte limpio como el metro, bicicletas compartidas, y transporte eléctrico, y edificios sostenibles y la energía renovable como infraestructura energética renovable: plantas solares, parques eólicos y geotérmicos.

  1. Innovación y desarrollo tecnológico

Infraestructura tecnológica redes de telecomunicaciones de alta velocidad, centros de innovación tecnológica aportando conectividad digital de calidad a todo el país, incluso a las zonas rurales más remotas.

3.- Participación ciudadana y espacios públicos

Infraestructura participativa: Creación de espacios para el encuentro social como parques, plazas y centros comunitarios e infraestructuras para la justicia social, edificaciones dedicadas a resolver conflictos sociales y dar acceso a servicios de justicia de manera rápida y eficaz.

Nos podríamos preguntar:

¿Es posible asignar recursos a infraestructura que responda al complejo problema de priorizar con dos criterios dominantes: la aportación al modelo de país buscado y la disponibilidad de financiamiento?

¿Podría la tecnología actual hacer que el presupuesto para infraestructura se pudiese ir regulando año con año con el criterio anterior?

Una primera aproximación podría ser:

Utilizando IA (Inteligencia artificial) se podría calcular qué tipos y montos de inversiones en infraestructura tienden a tener el mayor impacto en el crecimiento económico en diferentes contextos, el Big Data podría identificar qué regiones del país necesitan más inversión en infraestructura de transporte y de energía con base en los patrones de movimiento de mercancías, las congestiones de tráfico y la demanda de servicios, optimizando así el impacto en el crecimiento económico regional

Un modelo de simulación podría analizar cómo la construcción de una nueva red de carreteras de regiones subdesarrolladas y cómo afectarían el movimiento de personas y bienes, la creación de empleos y la actividad económica, permitiendo evaluar escenarios con los impactos en agua y saneamiento, antes de tomar decisiones y con el GIS (Sistemas de información geográfica) se podría calcular su integración en la economía nacional.

Un modelo de dinámica de sistemas podría mostrar cómo la construcción de infraestructura educativa (escuelas, universidades) influiría en el crecimiento del capital humano a largo plazo.

Un gemelo digital puede simular cada período presupuestal, como modelo macro, el efecto acumulado de la infraestructura sobre los indicadores prioritarios y proporcionar elementos para una toma de decisiones congruente con los objetivos y éxitos a corto y largo plazo.

¿Estaríamos dispuestos a intentarlo?

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