Para los habitantes de Santiago Xalitzintla, el volcán Popocatépetl es un hombre de unos 50 años, a quien, según la creencia, se le ha visto caminar por las veredas del pueblo, pidiendo comida, pomadas para sus pies y ropa.
Este vecino llamado, “Gregorio Chino Popocatépetl”, tiene momentos buenos y malos, como todos. Algunos habitantes piensan que su reciente actividad se debe a que el volcán está enojado porque este 2023, no se pudo celebrar su cumpleaños.
“El más pobre adora al volcán por sus siembras, por eso le seguimos, porque le pedimos a él que no nos haga daño, por eso le hacemos su fiesta”, relata Don Nazario Galicia, uno de los tiemperos que -según la leyenda- son elegidos por el volcán y por los espíritus del agua para controlar la lluvia y el granizo-.
“Yo encontré un señor acá abajo, en el año 1967, llevaba una cobija de pura lana, y le dije a mi hermano que le diera un taco. Acabó de comer, no habló y no dijo nada, solo se fue”, relata Nazario, quien asegura que la última vez que habló con Don Goyo fue en sueños, antes de que comenzará la erupción.
Desde tiempos ancestrales, cada 12 marzo se hace una gran fiesta para celebrarle un año más de vida, la tradición comienza un día antes, con un ritual donde se enciende el fuego y realizan un saludo a los cuatro rumbos.
Al siguiente día, se le lleva una gran ofrenda, con regalos para “Don Goyo”; mole de guajolote, fruta, tequila, incluso un traje, zapatos y sombrero, para que se vista de gala y disfrute de la música, en una ceremonia que se realiza a menos de un kilómetro del cráter.
Para llegar casi al corazón del Popocatépetl, los pobladores caminan casi 12 kilómetros, mientras son guiados por el mayordomo, sus segundos, los tiemperos y el guardián de la tradición.
Finalmente, el 2 de mayo se realiza otra ceremonia, donde se pide por las cosechas de los pobladores, ahí se adornan tres cruces con flores y ropa.
German Agustín, recibió el cargo de mayordomo, pero este 2023, fue notificado para que no se realizará está tradición o sería multado, en cambio, se realizó una festividad con menos gente y en un lugar más alejado, a las faldas del volcán.
El pasado 25 de mayo, los habitantes acudieron a la misa rogativa, donde le pidieron a Dios que el volcán se calmará. Después, la comitiva se reunió para acordar si subirán en los próximos días para ver a Don Goyo, porque necesitan arreglar su ofrenda.
“Para nosotros es normal, la ceniza es como un polvo más para nosotros, ya estamos acostumbrados así. Hasta que venga la lava nos iremos de aquí”, expresó.
Al salir de la misa, la señora Claudia hizo una petición a las autoridades, “que se mejoren las rutas de evacuación” porque ante la amenaza del Popocatépetl, le preocupa por donde saldrá la gente de su pueblo.
“Estamos pidiendo a Dios, aunque es un pueblo de usos y costumbres, pero también tenemos mucha fe porque estamos cerca de Dios y benditos de que estamos entre las montañas”, dice.
“Que nos habrán más caminos para que nos repartamos y a correr por donde quiera porque puede haber peligro”, agregó Don Nazario.
Una costumbre con una mezcla de catolicismo y misticismo, que este año no se pudo realizar como se debe, debido a la actividad volcánica en semáforo amarillo fase 3, que dejo al pueblo entre las cenizas, la incertidumbre de evacuar y con operativos de la Guardia Nacional y el Ejército Mexicano.