En 2022, los Chiefs tuvieron el ataque más productivo de la NFL; acumularon siete mil 32 yardas, la cuarta mayor cantidad en la Liga. Para el Super Bowl, tratarán de aprovechar las ventajas que les dan jugadores relevantes, como Travis Kelce.
Para esta campaña, Kansas City perdió a su mejor receptor, Tyreek Hill, quien se fue a Miami.
Andy Reid actuó con precisión. Trajo a Juju Smith-Schuster de Pittsburgh, le dio mayor protagonismo a Marquez Valdes-Scantling, repartió muchos pases entre los corredores y, principalmente, confió en la capacidad de Kelce para producir en trayectorias de 10-12 yardas, y generar más avance, aprovechando su habilidad para correr después de atrapar la pelota. Claro, aunado al talento de Patrick Mahomes.
En toda la temporada y los Playoffs, Kelce aprovechó su 1.94 metros de estatura y sus 113 kilogramos de peso para ganar posición y recibir pases cortos, seguros. Casi sin importar la trayectoria que corra, para las defensas es imposible desplazarlo.
Si Reid perdió la amenaza del pase largo con la salida de Hill, reforzó las ganancias cortas. Filadelfia, que tiene a la mejor pareja de cornerbacks en la Liga (Darius Slay y James Bradberry), puede tener bajo control la amenaza del lanzamiento profundo, pero tendrá que apostar por la cobertura a Kelce con un line-backer, como Kyzir White —en desventaja en estatura— o apostar por un gran safety, como C. J. Gardner Johnson, también menos alto y fuerte.
Tal vez, Filadelfia opte por el esquema empleado contra San Francisco: Una avalancha de jugadores sobre el quarterback, esa que produjo las fuertes lesiones a los pasadores de los 49ers.