La Selección Mexicana, al mando de Gerardo Martino, entra en su última etapa de preparación rumbo a la Copa del Mundo Qatar 2022.
Largo y sinuoso camino ha tenido que soportar el argentino para llegar y tener la credibilidad del medio nacional, porque fuera del nivel futbolístico exhibido, sobre todo en la segunda parte de su proceso, hay que decir que el Tata ha tenido que pasar de todas.
Primera ola. La pandemia de Covid-19 provocó que la Selección no sólo perdiera ritmo de juego, sino que además le cerró las puertas para realizar amistosos en Estados Unidos, tan necesarios para las arcas de la FMF.
Segunda ola. La fractura de Raúl Jiménez. A finales de 2020, el estandarte del equipo sufrió fractura de cráneo, al chocar con el brasileño David Luiz. El ariete quedó casi un año fuera y su regreso no ha sido afortunado.
Tercera ola. El grito homofóbico. Gerardo Martino tuvo sobre su cabeza la amenaza de perder puntos, y hasta la eliminación del Mundial, por el famoso grito homofóbico que atormentaba los juegos de la Selección y la Liga.
Quinta ola. La enfermedad de Martino. Un desprendimiento de retina hizo que el Tata no pudiera estar en varios juegos, y hasta se temió su continuidad.
Sexta ola. Cuando parecía que todo estaba controlado, que todo estaba enfilado a Qatar, llegó la nueva lesión de Raúl y la fractura de Jesús Manuel Corona.
Séptima ola. La salida de Gerardo Torrado de la dirección deportiva de la FMF, que puso en peligro el proceso.
Y todo eso ha aguantado don Gerardo Martino, al que le ha pasado de todo como técnico de la Selección Mexicana.
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