En el nado artístico , las ondinas sonríen cuando salen a escena. Sonríen durante su rutina, incluso cuando tragan agua o sus brazos y piernas arden por el cansancio de su rutina. Pero por más que se esfuercen, la sonrisa no tiene cabida cuando el maltrato psicológico y la discriminación forman parte del entrenamiento.
Teresa Alonso y Karen Soto
son dos exintegrantes de la Selección Mexicana a quienes las sonrisa se les borró debido a la violencia verbal e intimidación que, denuncian, ejerció su entrenadora Adriana Loftus y que les provocó problemas de salud mental como depresión y ansiedad.
Las decenas de veces que escucharon “estás gorda, tienes las piernas cortas y anchas”, orillaron en enero de este año a las dos jóvenes mexicanas a poner punto final a su sueño olímpico y carrera deportiva. Recuperar su salud mental se convirtió en prioridad.
“Desde 2017 empecé a sufrir abuso por parte de Adriana [ Loftus ]. Todos los días hacía comentarios sobre mi peso y estatura que me hicieron creer que yo estaba mal, lo que me causó una baja autoestima que hizo que acudiera a un psiquiatra y que lo único que quisiera fuera dormir para no sentir”, acusó Teresa Alonso .
La medalla de plata que consiguió el equipo en los Juegos Panamericanos de Lima 2019, en nada reconfortó a ambas nadadoras, que durante todo este tiempo se han sentido desprotegidas por parte de la Federación Mexicana de Natación (FMN) y de la Conade.
“ Kiril Todorov [presidente FMN], está enterado de los abusos que sufrimos y no hace nada. Al principio, ni siquiera nos quería recibir para escuchar lo que se sufre al ser parte de la primera fuerza”, comparte Alonso.
Ya fuera de la Selección Mexicana, ambas nadadoras levantan la voz para que su historia sea la última de una serie que ha acompañado al nado sincronizado en nuestro país por más de 25 años.