Cuando los organizadores de Roland Garros anunciaron que aplazarían el torneo de mayo a septiembre, hubo escepticismo por la falta de consideración con otros eventos, pero los escenarios que plantearon comienzan a hacerse realidad.
La realización del que será el tercer y último Grand Slam del año ya estaba amarrada para el 21 de septiembre; sin embargo, hasta hoy, se pudo oficializar que la Philippe Chatrier y compañía tendrán público —aunque limitado— en sus gradas.
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"El número de espectadores admitidos en el estadio será de entre el 50 y el 60 por ciento de la capacidad habitual. Los diferentes espacios se adaptarán a las consignas sanitarias para permitir el respeto de las normas de distancia", informó la Federación Francesa de Tenis en un comunicado.
A partir del nueve de julio, los federados podrán adquirir entradas y, una semana después, el resto de los aficionados, que lo harán sólo por fases cuyo límite se definirá hasta mediados de septiembre.
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Se especificó que si el contexto sanitario no es favorable, será posible anular la determinación y el dinero será devuelto. Para salvaguardar a los asistentes, se instalarán pasillos de ida y vuelta en todo el recinto, con portación de mascarilla obligatoria —aunque en las tribunas será sólo "recomendable"—, así como distribución de gel antibacterial e intensificación de limpieza en cada rincón.
Por ahora, la FFT se reservó las condiciones a las que serán sometidos los jugadores y sus equipos, pero adelantó que verán la luz en semanas próximas y conforme al progreso en el control de la pandemia.