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Esas desmañanadas en pleno invierno —con un diminuto traje de baño—, estar cuatro horas dentro de una alberca y nadar por pocos minutos, son algunas de las razones por la que Michael Phelps no extraña la natación.
Por ningún motivo regresa a las competencias, mas asegura que, en dado caso, ganaría el oro.
“Sería mi única meta. No tendría algún otro objetivo en mente y lo alcanzaría… pero ya acabé con esa etapa”, explica en conferencia.
Phelps es el máximo atleta olímpico, con 28 medallas y más de 30 récords mundiales. Hoy es un hombre de familia y negocios. Su esposa, Nicole Johnson, espera su segundo bebé y él se dedica a su empresa de ropa deportiva y en distintas fundaciones.
“Conseguí todo lo que quería. Por el momento, tengo nuevos planes que quiero sacar adelante”, agrega el oriundo de Baltimore.
Phelps recuerda que en 2012, después de los Juegos Olímpicos de Londres, declaró lo mismo y regresó para la justa de Río de Janeiro. “No me quise quedar con el sentimiento de `qué hubiera pasado si…´”.
Michael rememora que el australiano Ian Thorpe, su rival histórico, dijo que nadie podía ganar ocho medallas de oro en una misma justa olímpica. “En Beijing, le demostré que sí. Después dijo que nadie, a los 30 años podía sumar un oro… también lo logré”.
La mentalidad de la Bala de Baltimore le permitió conseguir todo lo que quiso.
“Hace una semana, di una platica en Nueva York para unos adolescentes, donde les dije que eliminaran la frase ´yo no puedo´”.
El legado de Phelps en el deporte ha transcendido notablemente.
“Siento que pude hacer de la natación algo más internacional. Antes, las competencias se centraban en Estados Unidos y Australia. En el presente ya ves a más competidores de distintas nacionales”.
El estadounidense no se preocupa por la selección de natación de su país, ya que sabe que el futuro es muy prometedor, con jóvenes como Katie Ledecky, ya ganadora de cinco preseas olímpicas, y de Michael Andrew, de 18 años.
“Los jóvenes le temen a nada. Tienen muy marcados sus objetivos y van por ellos”, dice Phelps. “Una vez vi un póster mío en el cuarto de uno del equipo, me hizo sentir viejo.