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Entre domingo y lunes las redes sociales tuvieron como tendencia The Last Dance o El Último Baile en español, que es como se llama el documental que retrata la construcción de los Bulls de Chicago de 1998 cuando Michael Jordan jugó su última temporada con el equipo que convirtió en dinastía.
La serie tuvo el estreno de los primeros dos capítulos en donde de inmediato expuso a Jordan como un joven alejado del alcohol, drogas y mujeres a los que estaban acostumbrados los jugadores de los Bulls cuando él llegó a la liga.
Los primeros minutos mostraron una defensa extendida de la carrera de Jordan, ya que muchos están considerando las contribuciones del siglo XXI.
Sin embargo a unos cuantos días, la polémica ya se apoderó de la serie por el fragmento que retrata a Scottie Pippen como un jugador egoísta que prefirió operarse a unos días del inicio de la temporada, para tratar de empujar a la directiva de los Bulls a que le extendiera un contrato más lucrativo.
El eterno compañero de Jordan, por ese entonces, era uno de los mejores basquetbolistas del planeta, algo que no estaba reflejado en su salario (figuraba fuera del top 100 de la NBA ).
Pippen era el sexto mejor pago dentro del plantel, debido a una extensión de 18 millones de dólares. Al sentirse desfavorecido, Pippen optó por no operarse al final de la campaña anterior y no perderse el verano con recuperación para que al principio de la siguiente campaña el equipo no contara con él, situación que a Jordan le pareció injusto.
“Scottie estaba equivocado sobre ese escenario. Podría haberse hecho la cirugía tan pronto como terminara la temporada y estar listo para la siguiente. Scottie estaba tratando de poner en jaque a la directiva para que cambiaran su contrato, algo que nunca iban a hacer”
, señaló Jordan en la entrevista que le hacen en el documental.
Sin embargo, Steve Kerr, actual entrenador de los Warriors y quien formó parte de la organización de los Bulls en esos momentos, mostró una postura diferente a la de Jordan. Kerr dio unas declaraciones el martes sobre lo que había visto en el documental.
"No, en absoluto (molestia por la postura de Pippen), Todos respetaban mucho a Scottie.Sentimos su frustración. Probablemente debería haber sido el segundo hombre mejor pagado de la NBA, o definitivamente entre los cinco primeros. Así que todos lo sentimos por él, nadie lo resentía por tener esa cirugía. Más tarde, todos entendimos, le dimos su espacio y él estuvo allí para el segundo tramo de la temporada”, dijo Kerr.
Para que The Last Dance pudiera ver la luz verde, Michael Jordan no sólo aprobó el material, sino también involucró a la promotora The Jump, que es de su propiedad. Jordan ha manejado su imagen hasta el más mínimo detalle. En teoría, se supone que un documental proporciona una mirada sin adornos a una persona o su sujeto.
Pero "The Last Dance" no es eso. La compañía de producción de Michael Jordan, Jump 23, es un socio en el proyecto. El comisionado Adam Silver, quien en la década de 1990 era el jefe de NBA Entertainment, le dijo a ESPN que una condición para permitir que el equipo de filmación siguiera a los Bulls durante la temporada 1997-98 era que ninguna de las imágenes podría usarse sin el permiso de Jordan.
En los siguientes capítulos ¿veremos una imagen que no ha sido barnizada como hasta ahora?