Más Información
Sheinbaum se reúne con Lemus; “trabajar al estilo jalisco es en coordinación con la federación”, expresa gobernador
Marko Cortés difunde infografía a favor de denominar terroristas a cárteles; el “primer paso es reconocerlo”, dice
Activistas rechazan colocación de cámaras trampa para fauna en Tren Maya; piden retirar mallas metálicas que obstruyen su paso
Revés al INE, juez niega retirar suspensión definitiva a reforma judicial; da 48 horas para acatar sentencia
Casi todos los días que Alfonzo McKinnie vivió en 2016 en Hermosillo, Sonora, se sentaba en la barra de un restaurante de alitas y veía cuanto deporte pudiera, incluidos los partidos de los Warriors, que en aquella primavera perdieron las Finales de la NBA contra los Cavaliers.
El 40% de descuento que le ofrecía Buffalo Wild Wings por ser jugador de los Rayos de Hermosillo, era más que atractivo para un basquetbolista que en aquel momento estaba tan lejos del glamur como lo está México de Luxemburgo.
Desde su paso por el basquetbol universitario, McKinnie estuvo varios escalones abajo del techo del deporte de sus amores.
“Me siento muy bien de jugar en la NBA, era un sueño desde que era pequeño: ser parte de esa organización te hace ser mejor cada día”, declaró McKinnie a EL UNIVERSAL Deportes.
Ahora con un contrato por arriba del millón de dólares, el basquetbolista de Golden State no olvida la época en la que “comía con promoción” eran sus dos palabras favoritas.
“¿Oh, sí, sí, sí!, en Buffalo teníamos un descuento de 40%. No puedes superar eso, así que por eso estábamos en Buffalo Wild Wings, no cocinaba. Probé todas las salsas. Simplemente íbamos allí y veíamos todos los juegos deportivos que estaban en la televisión. Simplemente me relajaba”, contó el delantero de 26 años de edad.
Con los Rayos de Hermosillo consiguió el subcampeonato de la Cibacopa, un certamen que se disputa en la Costa del Pacífico y que no te culpo si como seguidor de los deportes no conoces, la verdad es que también es una especie de Segunda División en México.
Unos cuantos cientos de dólares, comida casi gratis, pero sobre todo, un cambio de mentalidad, fue lo que consiguió Alonzo en Hermosillo defendiendo la playera de los Rayos.
“Jugar contra un grupo de jugadores físicamente fuertes me ayudó a mejorarme en la cancha. Volar de Luxemburgo a México me ayudó a ser yo mismo. Estaba en un equipo ganador y eso me ayudó a recuperarme para tomar confianza y estar más cómodo en la cancha. Jugando en la Cibacopa, sabes que mirar desde fuera puedes pensar que es camino imposible. Simplemente trabajé duro y continué trabajando duro y mejorando mi juego y mi entrenamiento diario. Siempre se presenta una oportunidad y estoy aquí hoy”, dijo.
Con Hermosillo disputó 25 partidos en los que promedió 15.3 puntos y 7.3 rebotes y decenas de alitas por noche.
“No sé cuántas comí, pero siento que muchas. Las comía casi todos los días”.
Durante 2016 en la capital de Sonora, se registraron 118 homicidios, según las autoridades estatales. La violencia nunca preocupó a McKinnie, pues se sentía blindado por la gente.
“Me gustaba salir de vez en cuando, la gente me trató bien, salía y me sentía seguro por la gente que me rodeaba, era el beneficio de jugar en un equipo local. Eso fue algo bueno, porque cuando se escucharon cosas malas, ser protegido por la gente me hacía sentir cómodo”.
Después de México, Alfonzo se unió al equipo de 3 por 3 de Estados Unidos, donde adquirió visibilidad, que poco a poco se incrementa ahora coqueteando con el estrellato en la NBA.