Por primera vez en 25 años, Hugo Oliveras se encuentra fuera de un automóvil de competencias , consecuencia de tres derrames cerebrales, pero que no lo alejan de su sueño de regresar.
En 2019, Hugo sufrió un cavernoma
en el tallo cerebral, pero no fue intervenido quirúrgicamente porque la zona era riesgosa. Veinte días después, tuvo un segundo colapso y sí fue operado. Tras competir en 2020, decidió ausentarse para este año y seguir con su recuperación, pero en abril, le vino el tercer derrame.
“Nadie sabe de dónde vino o por qué fue. Mi médico en México no quiso operarme porque la zona era muy delicada y muy riesgosa. Me contactaron con el mejor doctor del mundo en esta especialidad, Michael Lawton, de Phoenix, Arizona, quien aceptó operarme al estudiar mi caso”, relató el volante.
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Hugo
pasó a cirugía el 27 de abril “y salí bastante bien”, aunque presenta secuelas: no tiene visibilidad en el ojo izquierdo y tiene parálisis en la mitad de su rostro y en parte de su cuerpo. Ante las complicaciones físicas, no pierde la ilusión por correr.
“Quiero seguir en las carreras, quiero ser competitivo y estoy muy aplicado con seis horas de terapia diaria para regresar”.
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Por lo pronto, cedió su asiento en NASCAR y Copa Mercedes y es coach en Speed Racing.
“En teoría, ya no debería sucederme otro derrame cerebral. No hay algún estudio que relacione las carreras con derrames, fue un sagrado de baja presión, que puede suceder en cualquier momento del día, sin explicación”
–Después de estos problemas, ¿por qué seguir corriendo?–
“Porque es mi vida y es mi pasión. Llevo haciéndolo por 25 años y si Dios me dejó en este mundo, fue para hacer lo que me hace feliz”.