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Rebelde arriba y abajo del ring, Fuerza Guerrera está de vuelta en el escenario donde se codeó por primera vez con la fama, donde se hizo estrella y del que se fue varias veces defendiendo sus ideas.
Pero nunca fue un adiós definitivo, al menos no como el que está cerca de decir a los cuadriláteros. El veterano rudo ha iniciado el camino hacia el retiro. “Quiero irme en grande, con una arena llena. Me siento satisfecho con lo que he logrado, pero esto no se acaba hasta que se acaba”.
Su deseo es no dar pena sobre el cuadrilátero, no caer rendido ante las lesiones acumuladas durante cuatro décadas y el inevitable paso del tiempo. “Me tengo mucha confianza y creo en mí, siempre he sido así. Físicamente llego muy bien, tengo los conocimientos para enfrentar a la gente joven, contento por esta oportunidad. En algún momento le falté a la Arena México por mi rebeldía, me fui varias veces. Entonces después de todas esas faltas, recibir una oportunidad me halaga, me siento bendecido como persona, por el trato”.
Aunque su decisión de irse no acepta arrepentimientos, reconoce que hacerlo no es ni será fácil. “Es muy difícil, era algo que venía comentando desde hace años en familia, no me creían. La lucha libre es nuestra vida, el personaje se nos mete en la piel, en la cabeza, es lo que hace difícil retirarse a tiempo. Se me pone la piel chinita por el adiós, pero me voy contento. Sí, me duele el alma irme, es muy difícil quitarse la piel de luchador”.