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A partir de este sábado,  el paisaje de la Ciudad de México adoptará un nuevo ícono que, gracias a su belleza, se unirá a emblemas que sólo con su silueta son reconocidos, como el Palacio de Bellas Artes, el Castillo de Chapultepec o el Ángel de la Independencia.

El estadio Alfredo Harp Helú se convertirá en el templo del beisbol de la capital del país, cuando los Diablos Rojos del México y Padres de San Diego corten el listón, o mejor dicho, realicen el primer lanzamiento. La personalidad del recinto se la dará un monumental techo en forma de trinche que cobija la estructura de diseño prehispánico con seis basamentos y que semeja a las pirámides.

El trayecto  desde los terrenos de la Magdalena Mixhuca hacia el estadio  alude a la procesión que se hacía para  escalar un antiguo templo mesoamericano.

Como todos los proyectos con acento beisbolero que emprende el dueño de Diablos, Alfredo Harp, el parque de beisbol tiene incrustadas obras de arte, como murales o la reja diseñada por el artista oaxaqueño Francisco Toledo.

El estadio de Diablos es más que un recinto deportivo, es el estadio de México, y tendrá capacidad para poco más de 20 mil personas.

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