Más de un siglo contempla la dinastía Silveti, que ahora representa Diego en los ruedos con categoría y en días recientes, fue que se cumplió el aniversario diez, desde que, en la plaza de toros de Gijón, José Tomás -que nunca ha ocultado su respeto y admiración hacia su padre, David- con el testimonio de uno que está a punto de reaparecer, Alejandro Talavante, el 12 de agosto de 2011, con un toro de Salvador Domecq, lo ungiera matador de toros.

Previamente su carrera novilleril transcurrió en ruedos europeos, el que ahora representa la cuarta generación de una familia con apellida de prosapia en el toreo. Primero tuvo a un gran apoderado quién es ganadero por tradición familiar y empresario, José María Garzón.

Actualmente como gran consejero, va su tío Alejandro, quién fue un ejemplo de vocación y amor por la profesión de torero, característica peculiar de la familia taurinamente iniciada, desde su bisabuelo Juan, reconocido entre otros apelativos como: “El hombre de la regadera” Por su capacidad de bañar, taurinamente hablando, muchas ocasiones a sus colegas en los ruedos por los años de las primeras décadas del siglo XX.

Diego, al estilo de su tío Alejandro, se ungió matador de toros ya maduro, a los 26 años, cuando ya había realizado sus estudios universitarios y qué, por cierto, se le denotan en su manera de expresarse, de forma muy clara.

En su carrera de matador, Diego ya ha rebasado las 250 corridas y muchas de ellas han sido en el extranjero, representando con gran orgullo a México y por traer alguna al recuerdo, el 19 de mayo de 2013, en Las Ventas, con lluvia y granizo tupido. Tuvo la entereza de realizar una faena estrujante, al compás de la tormenta y con gran arrebato, consiguió le fuera otorgado un trofeo, que lució con gran orgullo en la emotiva vuelta al ruedo de reconocimiento.

Su padre y su tío teniendo grandes tardes en La México, no pudieron obtener los máximos trofeos; lo cual consiguió Diego, del toro Charro Cantor de Los Encinos, el 11 de diciembre de 2011.

En historia de los Silveti, su abuelo Juan de apellido materno Reynoso y gratos recuerdos, lo consiguió por última vez el 8 de mayo de 1960, con el toro Esclavino de La Punta, habiendo obtenido en su trayectoria otro más, unos días antes, del toro Holgazán, de La Laguna.

La primera corrida que actúo, después de su cumpleaños de aniversario de alternativa, fue la del 21 de agosto de 2021 en Huamantla, Tlaxcala, para continuar la saga en los ruedos, de una familia de toreros muy importantes en la historia.

Muy pocas dinastías pueden presumir tal longevidad y éxito.

La celebración fue en grande, pues compartió salir en hombros con el hijo del ganadero de Villa Carmela, Eduardo Arenas y el torero de Aguascalientes Leo Valadez, que está viviendo un momento de triunfos frecuentes, en donde quiera que se presenta.

Por delante fue un joven torero a caballo, Fauro Aloi con un astado de Pozohondo, quién parece que pinta para grandes alturas a futuro y Joselito Adame, quién recibió un trofeo en el terruño tlaxcalteca, que está preservando viva, la llama del toreo.

Así las cosas, se mantiene vigente Diego con la mira puesta en el futuro y dispuesto a lograr eslabonar para su carrera, los triunfos que le mantengan en el ánimo popular y participando en los festejos que, con restricciones, de todos conocidas, se vienen celebrando en nuestro país.

Sabe el compromiso que representa su apellido, lo porta con gran orgullo y grandeza, a los que conocemos de su historia y la de su familia, nos da un gusto enorme verlo anunciado en los carteles, pues es sinónimo de entrega y pasión. Le deseamos muchos años más en activo y que la salud y la suerte, siempre presentes en la vida y por supuesto en el toreo, le acompañen. Se lo merece, quién ha hecho de su profesión, una manera de expresar su amor por vivir y disfrutar de lo que hace, que no es poca cosa ¡Enhorabuena!

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses