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Cuando un boxeador se sube al cuadrilátero, sólo piensa en ganar, ya sea por puntos o nocaut.

Hace un par de meses, Deontay Wilder (40-0, 39 KOs) rebasó esa línea: “Quiero un cadáver en mi registro. Lo quiero, lo quiero, lo quiero... de verdad lo quiero”.

Entre risas, el campeón de peso completo del Consejo Mundial de Boxeo subrayó su intención durante una entrevista radiofónica en Nueva York.

Por el momento, Wilder cocina un enfrentamiento con Anthony Joshua (21-0, 20 KOs), monarca de la categoría por la Federación Internacional de Boxeo, Asociación Mundial de Boxeo y la Organización Mundial de Boxeo, mas sus comentarios han sido un freno para algunos promotores.

Mauricio Sulaimán, presidente del CMB, aseguró que las palabras del estadounidense se sacaron de contexto.

“Quizá, fueron 30 minutos de plática [durante la entrevista] y, lamentablemente, salen de unas palabras que se hacen noticia”.

El jueves, el peso pesado estuvo en la Casa Blanca, durante el perdón póstumo a Jack Johnson, primer campeón afroamericano de la categoría, sentenciado por tener una relación con una mujer blanca en 1913.

“Conozco a Deontay desde hace muchos años, es un hombre de familia y, simplemente, haber estado en este evento habla de su grandeza como campeón”, dijo Sulaimán vía telefónica.

La última pelea de Wilder fue el 3 de marzo, cuando noqueó a Luis Ortiz, en la defensa de su título. Tras ese triunfo, el 40 en su carrera, el púgil desató la polémica con sus declaraciones sobre la posibilidad de matar a un colega.

“No me pongo nervioso, no me asustan. No tengo sentimientos hacia el rival. Vengo aquí por una cosa y es para noquear y volver a casa”, expresó.

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