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deportes@eluniversal.com.mx
La Liga Mexicana del Pacifico se ha convertido en el paraíso de los beisbolistas que han dado positivo por dopaje, tanto en Grandes Ligas como en la Liga Mexicana de Beisbol. Esto se debe, en buena parte, al Winter League Agreement que la LMP firma con las Mayores, en el que se estipula que cualquier jugador con suspensión por dopaje allá puede tener actividad en la Liga Mexicana del Pacifico.
Año con año, la LMP recibe jugadores procedentes de Grandes Ligas con suspensiones de doping; sin embargo, pueden seguir jugando dopados, porque no se tiene un control verdadero en la liga local.
Se habla poco de este tema, es casi un asunto intocable. Sólo su presidente, Omar Canizales, sabe que existe y es a través de un evento simulado. El directivo explica que en la temporada, por juego, se hace una especie de tómbola y al azar seleccionan a tres jugadores para hacerles la prueba del doping. Nadie sabe quiénes son, porque no son revelados sus nombres ni mucho menos los resultados.
Una vez realizada la prueba, es enviada a un laboratorio certificado en Cuba. Todo este proceso lleva mes y medio, hasta la emisión de los resultados, pero los resultados no se publican en ningún sitio oficial, ni se dan a conocer.